Cuando una chica recibe la noticia de su embarazo su mundo cambia. Va a ser madre pero no dejará de ser muy joven. El desconcierto que sufren las futuras mamás suele generar problemas sociales y psicológicos que afectan a madre e hijo, por lo que conocer las características y los peligros de este tipo de embarazos se convierte en indispensable.
Los embarazos en jóvenes entre 13 y 17 años han existido desde siempre; generan y conllevan una serie de alteraciones sociales y familiares muy parecidas. Sin embargo, en la actualidad, la diferencia llega desde el conocimiento médico que permite entender las características y los riesgos de quedarse embarazada a temprana edad.
Antes del embarazo: desinformación y desconcierto
Una chica puede quedarse embarazada cuando se inicia el ciclo menstrual que “suele aparecer unos meses después de la menarquía o primera regla”, explica el catedrático Jose María Lailla, presidente de Sociedad Española de Ginecología y Obstreticidad (SEGO).
“En general a los dos años después de la menarquía (primera menstruación) las posibilidades de gestación son elevadas”, afirma. Saber cuándo existe la posibilidad de empezar a gestar es una información básica, ya que la mayoría de embarazos adolescentes no deseados se producen por la desinformación.
El desconocimiento sobre la práctica sexual puede llevar a las jóvenes a creer que no pueden quedarse embarazadas por causas como las señaladas por la doctora Francisca Molero Rodríguez, vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades Sexológicas:
- Por ser la primera relación sexual.
- Por tener la menstruación.
- Por la utilización del preservativo sólo durante la eyaculación.
- Por realizar la “marcha atrás”.
Junto a adolescentes con embarazos no deseados existen aquellas que buscan un bebé como proyecto de vida, para cumplir la fantasía de ser madre o para poder salir de su casa.
“Se montan la película de que los dos están enamorados, que se van a ayudar, y luego llega la realidad”, señala Pedro Villegas Suárez, director de la unidad de sexualidad de Ginemed Clínicas. La evolución de ambos casos depende de la madurez de la niña.
El embarazo, seguir o no seguir
El primer problema de este tipo de embarazos es la negación de la situación por parte de la futura mamá, debido a su propia inmadurez y al temor a las reacciones del entorno.
Según la experiencia del catedrático José María Lailla en el Hospital Universitario Sant Joan de Deu de Barcelona, un 40% de las chicas menores de 16 años no acuden a consulta hasta el tercer trimestre del embarazo, lo que puede degenerar en :
- Defectos congénitos en niñas menores de 15 años.
- Una tasa mayor, aunque no determinante, de aborto espontáneos.
- La posibilidad de padecer trombosis.
A pesar de estos posibles peligros por la falta de desarrollo, la mala nutrición y las escasas revisiones médicas, “con un poquito de suerte no ocurre nada”, afirma el doctor Villegas. Por tanto, el embarazo no afecta tanto al ámbito físico como al estado de ánimo de la adolescente.
“La chica se siente culpable de tomar una decisión para la que no esta preparada, seguir o no seguir, y de pensar que ha decepcionado a sus padres”, señala la doctora Molero.
Este sentimiento de culpabilidad provoca la ocultación del embarazo a la familia, quien es la última en enterarse. Sin embargo, una vez que los familiares conocen la situación, suelen negociar con la niña para decidir si continuar o no, ya que esta decisión “es la más importante en la vida de la familia y la adolescente”, según la vicepresidenta de la FESS.
¿Qué información recibe el feto?
El estado psicológico de la adolescente es muy importante porque “al feto, hoy por hoy, le afecta todo”, afirma el doctor Pedro Villegas.“Estamos hablando de una personita que esta recibiendo información vía placentaria de otra personita”, señala.
Más allá de influencias externas como la música, el feto obtiene información interna de su madre mediante la placenta. A través de movimientos hormonales el bebé recibe el estado incómodo de la madre, por lo que sus miedos o ascos pueden ser transmitidos al bebé a través de un conjunto de sustancias como la catecolamina o el cortisón.“Estos temas han sido siempre de los grandes olvidados”, según el director de la unidad de sexología de Ginemed Clínicas.
Junto a estos comportamientos ya demostrados, el doctor Villegas destaca que el estudio médico de este tema es muy reducido en comparación con las investigaciones sociológicas o psicológicas, debido a que “no se puede afirmar que la adolescencia sea una enfermedad de cara al embarazo”.
La llegada del bebé al mundo
La aparición de posibles peligros se manifiesta en partos prematuros, como consecuencia de la propia inmadurez de la madre. Sin embargo, tras la llegada del bebé, los principales retos para la adolescente son sociológicos y psicológicos.“Es como si la quitases los años de vida que le tocan vivir”, explica la vicepresidenta de la FESS.
El nacimiento del bebé supone para la joven salir de su mundo conocido para adentrarse en uno nuevo. Según la doctora Francisca Molero, la madre tarda entre seis meses y un año en volver a una vida que ya no va a ser la de antes del embarazo.
Esta entrada en un mundo adulto para el que no está preparada, supone una serie de reacciones y riesgos psicológicos como:
- Aumento de ansiedad.
- Posibles depresiones.
- Desorientación.
- Conflictos familiares.
“Al final se crea un ambiente de soledad y de madurez forzada”, según la doctora Molero. EFE