Roommates: La amistad se pone a prueba

  • Más de uno habrá deseado alguna vez vivir con sus amigos; prolongar al máximo la compañía y seguir sumando anécdotas. Si fuera posible tener a los amigos cerca las 24 horas durante los 7 días de la semana, ¿cambiaría la relación?

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    POR JAZMÍN GÓMEZ FLEITAS

    FOTOS DE FERNANDO FRANCESCHELLI

    Cuando estaba en el colegio, mis amigas pasaban muchísimo tiempo en mi casa, nos faltaba poquito para vivir juntas. Nos reuníamos para hacer las tareas, lo cual siempre era buena excusa para juntarnos, y hasta cocinábamos el almuerzo antes de ir al colegio. Qué tiempos aquellos. Más de una vez hablamos sobre cómo sería compartir una casa, pero siempre concluíamos ­ haciendo bromas sobre el desorden de una, el olvido de otra, la impulsividad de rescatar perros de la calle del resto, etc.­ en que quizá no sería tan buena idea. En el fondo sabíamos que cinco chicas viviendo juntas sería un caos.

    Esto de compartir una vivienda con personas con las que no se tienen lazos de consanguineidad alguno no es nada nuevo, ni en el mundo real, ni en la ficción (ya lo veíamos en la serie Friends desde el 94). Pero en Paraguay sí es una práctica que aún se deja ver tímidamente.

    La idea de hacerlo radica en reducir gastos de alquiler y dividir las responsabilidades, lo cual la convierte en una tentadora opción para quienes desean mudarse a la ciudad, buscar independencia o vivir más cerca de sus trabajos.

    Muchos actores y actrices reconocidos hoy día, en sus comienzos también optaron por esta modalidad. Brad Pitt y Jason Priestley (el ex Brandon de Beverlly Hills, 90210) compartían depto mientras se presentaban a las audiciones; Owen Wilson y Wes Anderson escribieron juntos el guion de la primera de película de Anderson, Bottle Rocket, siendo roomies, así como también lo hicieron Matt Damon y Ben Affleck con Good will hunting.

    Esta afinidad en los gustos o incluso en las profesiones, parece ser una de las características más comunes al momento de convertirse en roommates. Fue así como Lía González (vestuarista), Maggy Apodaca (sonidista) y Fede Sanz (producción) se conocieron en el rodaje de una película; y lo mismo ocurrió con Beta Alonso y Fede Samudio, quienes se hicieron amigos siendo compañeros de trabajo en una agencia publicitaria.

    Bajo el mismo techo

    Si en algo coinciden los dos grupos es en que la amistad fue crucial en la decisión de mudarse juntos. Sin esa relación de confianza previa, hubieran sido otros los roommates elegidos. “Beta fue la que me avisó que su compañera se iba y me dijo: ‘si te animás, está disponible’. Creo que lo definitorio fue la relación que ya teníamos antes, y hasta ahora seguimos muy bien”, señala Fede Samudio, a lo que Beta agrega: “No me imagino viviendo con otra persona porque ya me acostumbré”.

    A Maggy, Lía y Fede Sanz también los juntó la cercanía. “Hace un par de meses que Fede vive con nosotras, pero en realidad se siente como si siempre hubiera vivido acá, ya era el cuarto roommate antes de que se haya ido la persona anterior”, señalan las chicas.

    Y si creíamos que vivir con roommates solo se trataba de compartir responsabilidades o cuentas, nos equivocamos. Va mucho más allá de eso. El hecho de vivir con personas completamente distintas en cuanto a crianza, costumbres o creencias representa una experiencia cultural invaluable que prepara a las personas para mejorar sus habilidades sociales y afrontar situaciones de vida.

    “Para mí representa vivir con personas de confianza con las cuales podés llegar a ser familia”, así define Fede Sanz su experiencia. Fede Samudio también la describe de manera similar: “Desde el momento en que decidís mudarte con alguien se trata de construir una convivencia día a día. El espacio no es solamente tuyo sino de los dos, ya no se trata de pensar en uno mismo nomás, sino también en la otra persona que vive contigo”.

    Las cartas sobre la mesa

    Previo a firmar el contrato de alquiler necesitás establecer las reglas del juego. Las cosas se deben hablar previamente para evitar malos entendidos o reclamos posteriores. Para ilustrarlo mejor, va esta anécdota:

    Hace unos años, una chica estaba buscando con quién mudarse y pensó que no habría mejor compañera que la amiga de su hermana, a quien conocía hacía más de ocho años. La convenció de mudarse juntas pero sin entrar en detalles, porque claro, se conocían de hacía años, ¿qué podría salir mal?

    Si bien el problema nunca fue financiero, la cuestión pasaba por las tareas domésticas. No había limpieza, ni orden en absoluto, y además de eso se evitaba la confrontación. La situación se hizo insostenible, tanto que luego de año y medio, las amigas se separaron.

    Si bien es un caso particular, la historia sirve para que antes de apresurarte a responder “sí acepto”, discutas claramente sobre algunas cosas, ya que no es lo mismo vivir en casa de los padres y tener a alguien que se encargue de la limpieza (lo cual puede encubrir los malos hábitos) que ser completamente responsable de las tareas domésticas. Hay que aceptarlo, no todos los roommates pueden costear el servicio doméstico, así que en muchos casos chocan duramente con esa difícil parte de la adultez.

    Pero compartir casa y tener una relación armónica es posible. Les consultamos a los chicos acerca de las claves de la convivencia y nos respondieron tanto con ejemplos prácticos como generales.

    – Comunicación. “Hablando las personas se entienden. Cuando te mudás a vivir con otros, buscás personas que tengan cosas en común contigo o que busquen cosas parecidas a las que perseguís. Eso facilita las cosas”. (Fede Sanz)

    – Empatía. “Más allá de solo hablar, la capacidad que tenemos para comunicarnos con cada roommate es crucial. Es importante ser consciente de que cada persona es distinta, y que es vital llegar al mismo lenguaje con los compañeros”. (Maggy Apodaca)

    – Respaldo. “Dependiendo de cuánta confianza llegue a desarrollarse, siempre contás con el apoyo de quienes vienen a ser como tu familia. Nos ayudamos en lo que podemos y se pueden compartir muchas cosas”. (Lía González)

    – Responsabilidad. “Hay que ponerse de acuerdo desde el vamos. Por sobre todo acá en Paraguay, porque no es como en Estados Unidos donde ya hay una cultura acerca de compartir piso, lo cual hace más fácil que te animes a compartir vivienda con extraños. Acá hay que cuidar eso antes de decidir con quién te vas a mudar, por lo cual es mejor que ya sea un amigo/a”. (Fede Samudio)

    – Organización. Por ejemplo, siempre avisar si vas a invitar a otras personas al depto, así no se invaden los espacios del otro, por más amigos en común que se tenga”. (Beta Alonso)

    Fede Samudio y Beta Alonso también comparten departamento con Batón, un simpático perro salchicha

    Fede Samudio y Beta Alonso también comparten departamento con Batón, un simpático perro salchicha.

    TENDENCIA EN AUGE

    ¿Qué tan popular es tener roommates en otros países?

    En otras partes del mundo, vivir con roommates es una práctica habitual que ya se inicia en la universidad. Para que los estudiantes puedan estar cerca del campus y ahorrar en traslado, tiempo, etc., la casa de estudios suele facilitar dormitorios o casas estudiantiles en las que se debe compartir cuarto, baño y, en ocasiones, salas de estar con los compañeros.

    Por otra parte, como el inicio de la adultez está marcado por la mayoría de edad. En otras culturas, los hijos se ven obligados a dejar la dependencia de los padres y salir del hogar para ser responsables de sus gastos y tareas domésticas, por lo cual es usual optar por roommates para abaratar costos al inicio del transitar en la vida profesional.

    Un ejemplo del auge de esta tendencia es que la revista Forbes realizó un ranking de las mejores ciudades de los Estados Unidos para vivir con roommates, entre las cuales se mencionan a New York, Pasadena, Irvine, Anaheim, Portland y Nashville; y entre las peores a San Francisco, Phoenix y Honolulu.

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