Valentino y Viktor & Rolf desarrollan bordados y estructuras de alta costura

  • La alta costura, como laboratorio de experimentación, encontró sus mejores argumentos en los bordados de la casa italiana Valentino y en las estructuras de la holandesa Viktor & Rolf, en la penúltima jornada de la Semana de la Moda de París.

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    Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli, dúo que ostenta la dirección artística de Valentino, expusieron una colección de primavera-verano que incluyó modelos que requirieron 2.800 horas de trabajo.

    Los bordados de inspiración rusa en tonalidades rojizas fueron numerosos en la primera parte del recital y fueron dejando paso a los volantes de encaje y a los recubrimientos de brillantes.

    Las estructuras de las prendas también demostraron las habilidades de la casa que fundó Valentino Garavani en Roma en 1960, como se pudo observar en los corsés y corpiños, los cuellos como golas simplificadas y unidas al vestido, las capas y las chaquetas construidas.

    Para acompasar su hilo conductor, la firma reprodujo frases que ensalzaron los mitos del amor romántico sobre fluidos modelos con flores, nubes y, por supuesto, corazones.

    El terciopelo fue uno de los materiales elegidos para esta colección que recordó al pintor Marc Chagall y en la que también hubo lugar para la experimentación onírica con un sol rojo, estrellas amarillas y un rombo de cuatro colores que construyó la parte de arriba de un vestido.

    Más vistosa y difícil de vestir fue la propuesta de Viktor & Rolf, firma que desde su regreso a la alta costura hace un año y medio ha utilizado esta línea para explorar los extremos del diseño.

    Su intención no es necesariamente inundar los eventos sociales y mediáticos con sus modelos, sino más bien experimentar con materiales, como hicieron con el látex o con la tela sintética de la alfombra roja, o con las estructuras, como sucedió hoy.

    Si la motivación vegetal y floral parece no agotarse nunca, Viktor Horsting y Rolf Snoeren prometieron una nueva visión al rodear a las modelos con vestidos que crecieron voluminosos con toda la exuberancia de la naturaleza.

    El cuerpo quedó completamente envuelto por faldas de las que surgieron frondosas plantas de tela que llegaron a unirse a los sombreros de espigas de trigo.

    Las flores bordadas y en relieve, en una rica paleta cromática, parecieron tener vida propia y surgir de los lugares más insospechados.

    Los bajos de los vestidos cortos se rellenaron con tules para dar forma a una ostentosa corola, que sólo salió del campo con los lazos propios de la marca y la extensión asimétrica de la manga.

    Antes de que vieran la luz estas colecciones, ya lo habían hecho las de Elie Saab, Jean Paul Gaultier, Frank Sorbier y, fuera del circuito oficial, la del mexicano Antonio Ortega. EFE

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