El estampado animal de Dior se actualiza

  • El modisto belga Raf Simons creó hoy nuevas figuras a partir de estampados animales, en la colección de prêt-à-porter para el próximo otoño-invierno de Christian Dior, que utilizó tanto el tweed como el charol y las pieles.

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    En el Patio Cuadrado del Museo del Louvre, se erigió para el desfile un espacio de paredes transparentes, en cuyo interior se habían dispuesto bancos blancos de tal manera que dibujaban pétalos de flores sobre un suelo rosa.

    Esta sería la única referencia a la vegetación que tanto ha desarrollado la casa, puesto que Simons ha decidido recuperar otro de los hitos del legado de Dior: el estampado de leopardo que el histórico fundador usó por primera vez en 1947, para reemplazar a la piel auténtica del momento.

    El salto ha sido abismal entre la réplica de aquellas manchas naturales y la reformulación de colores y tamaños propuestas por el actual director artístico, quien también trabajó con los dibujos longuilíneos de pieles atigradas.

    Foto: EFE

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    Los monos ajustados de «jacquard» que Dior defendió en su última pasarela de alta costura, hace poco más de un mes, encontraron hoy su versión industrial, centrada fundamentalmente en las tonalidades cálidas y las formas circulares desiguales.

    La inspiración animal no se limitó a los motivos, sino también a los materiales y a los volúmenes, puesto que las pieles de zorro canadiense se utilizaron para construir abrigos y vestidos cortos.

    El pelo había sido teñido de manera desigual, en verde aguamarina o en lila, para alternar la fantasía con el color natural del mamífero.

    Entre los materiales cálidos de esta colección figuraba igualmente el tweed, con el que Simons construyó trajes compuestos por pantalones a media pierna, con vuelta, a juego con chaquetas cruzadas de doble botonadura o partes de arriba abiertas ligeramente en el centro siguiendo una costura ondulante.

    Estos conjuntos, que evocaron la vestimenta tradicional del varón, se declinaron en marrón, verde oscuro, rojo o rosa, y se combinaron con botines.

    Foto: EFE

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    Precisamente, el calzado fue uno de los elementos sobresalientes en esta colección, en la que Dior optó por botas de vinilo altas como si fuesen medias de colores portadas sobre tacones de resina transparente o ligeramente teñida.

    También desprendieron reflejos brillantes las prendas de charol troquelado con pequeñas hendiduras, que dejaron entrever la piel en faldas de tubo o partes de arriba rectas.

    Entre los vestidos ideados por Simons se encontraron los modelos cortos negros que abrieron el recital y que escondían un forro rosa o azul por debajo del vuelo asimétrico.

    Esta colección de prêt-à-porter se distanció de la herencia de la casa al renunciar a las faldas abullonadas y, por ende, también al volumen que suelen dibujar las partes inferiores de las siluetas de Dior.

    Únicamente unos pliegues en el lateral de un vestido y de una falda, o en la cintura de un cóctel de seda, consiguieron alejar el tejido del cuerpo.

    Sin embargo, Dior se esforzó por crear un repertorio de abrigos largos de cachemira, de tweed de lana o de charol, que destacaron por sus colores, ya fuera burdeos oscuro, rojo o negro, o combinaciones cromáticas, como la que unió verde con ocre.

    Simons ideó algunos más cortos y ajustados, que actuaron como vestidos, y que se caracterizaron por las franjas desiguales que atraviesan horizontalmente un fondo homogéneo.

    Los collares con forma de cuellos de camisa decoraron numerosos conjuntos del otoño-invierno, que pudo observar desde la primera fila la actriz y modelo estadounidense Dakota Johnson, hija de Melanie Griffith y protagonista de «Fifty Shades of Grey». EFE

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