Reflexión sobre el consumo de drogas en adolescentes

  • El que abusa de las drogas es un enfermo, pero para consumirlas tiene antes que comprarlas, y esto es un delito. Se puede tener para uso personal según la legislatura paraguaya hasta diez gramos de marihuana y hasta dos gramos de cocaína, más de esto (Por ejemplo: 10.05 de marihuana) ya se le da tratamiento […]

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    El que abusa de las drogas es un enfermo, pero para consumirlas tiene antes que comprarlas, y esto es un delito. Se puede tener para uso personal según la legislatura paraguaya hasta diez gramos de marihuana y hasta dos gramos de cocaína, más de esto (Por ejemplo: 10.05 de marihuana) ya se le da tratamiento de “compra”. Están penados por ley la compra y la venta, no el consumo.

    Este no es un detalle menor, ya que también según la legislación paraguaya si bien se es mayor de edad a partir de los 18 años, un ser humano ya es punible (castigable) desde los 14 años.

    Bajo estas reglas, un adolescente de 16 años que se fue a “rescatar” 50 gramos de marihuana y fue detenido en el camino a su casa tiene trato de “delincuente”. Si fue su primera vez se puede hablar de un tratamiento por orden judicial en el Centro Nacional de Control de Adicciones (CNCA) como medida sustitutiva, pero es más fuerte en reincidentes.

    Las reglas, los límites quedan marcados en la infancia, ya después de los 14 años es más difícil, posible, pero más difícil. Así como el amor, la confianza, la seguridad que los padres dan a sus hijos se absorbe mucho mejor en la infancia, en los primeros años.

    El consumo de drogas es un problema social, por ende es un problema de todos. Una persona bajo los efectos de las drogas que está en la calle es un peligro también para el que no consume.

    Entonces… ¿qué hacemos?

    Fomentar los factores de protección como lo son el diálogo y la construcción temprana de una autoestima fuerte. Un niño es un ser humano en crecimiento, esta juntando toda la información posible para su edad adulta y productiva, por esto hay que animarse a las cursilerías. Hay que decir más:

    • Te amo
    • Te acepto tal y como sos
    • Para mí ya sos perfecto, no te hace falta más nada.
    • Estoy orgulloso/a de vos mi hijo/a

    Un niño que se sintió amado, contenido, aceptado, valorado y apoyado por sus padres tiene la fuerza emocional suficiente para navegar por la vida adulta y por la tan dura adolescencia.

    Por último recordar que las penas de los menores punibles (14 años y más) no son cumplidas por los colegios caros, son responsabilidad directa de los padres, los que crearon y criaron a ese ser humano.

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