Llega, todo llega

  • Una poesía a las embarazadas.

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    ¡¡¡Ahhh!!! La dulce espera.

    Llegó el momento de la felicidad, los besos y abrazos de la familia. Los abuelos brindando y los pitogue cantando.

    Los ojos te brillan de emoción, tanto que ¡hasta te ves más linda que nunca!

    El primer encuentro en la pantalla es indescriptible, y poco a poco esta historia de amor se va haciendo cada vez más real.

    Cambia, todo cambia.

    El escote se vuelve más voluptuoso… No duele nada…

    Pasaron los malestares y al fin! Total si ya tenés panza pensás en todos los antojos y todos los gustos que te vas a poder dar. Pero toca la puerta la amiga ACIDEZ, NO! al chocolate, a la fritura, a la chipa de semana santa, al café para combatir el sueño en la oficina.

    Pasa, todo pasa.

    Nada que una bebida con un poco de gas no pueda curar. Claro que nadie te avisó que este cuerpo todavía extraño viviendo en tu interior y moviéndose como un gusano saca de una patada y por donde pueda el resto de ese gas que nos curó.

    Y el padre emocionado sale a brindar con todos sus grupos de amigos la noticia, “un ratito nomás que después me voy a quedar contigo a cuidarle al bebé”. Y te das cuenta que la criatura se hace de a dos cuando al bebé se le ocurre adaptar el horario del padre. Los dos se van de joda, la única diferencia es que vos no pudiste tomar ni la cerveza ni la siesta.

    Ahh!! La dulce espera,

    Cambiante, hermosa y desesperante. Fisico-emocional Aventura que volvería a elegir para otros nueve meses de locura.

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