¿Burlarse de la indignación?

  • A aquellos parlamentarios que desafían a la gente burlándose, no lo hagan, no menosprecien al pueblo que los puso allí.

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    No creo que sea el camino correcto decir: “cero stress” o “tanto quería ir al super y no podré”, en abierto desafío a una ciudadanía indignada ante los privilegios y la constante impunidad. Creo que hay veces en las que el silencio vale más que cualquier palabra y puede servir para reconciliar. No está mal pedir perdón. En cambio, la soberbia aísla y destruye.

    La reacción ciudadana fue sencillamente increíble. El tiempo estaba muy feo, pero la indignación pudo más y la gente, la misma que llevó al Parlamento a los que ocupan un curul, fue la que acudió a la sede del legislativo a decirles basta ya de tanta impunidad, basta de burlarse de las personas, basta de hacer lo que quieren, escudados en los mal utilizados fueros, basta de enriquecerse a costa de la clase trabajadora. Ese solo hecho ya me ilusionó, pero ver que las cosas no acabaron allí fue una gran demostración de la ciudadanía pensante en el Paraguay.

    Nadie quedó con los brazos cruzados. Los restaurantes cerraron sus puertas a los que votaron por el blindaje de Víctor Bogado. Cines, hospitales, peluquerías, gimnasios se sumaron. Quien más quien menos, desde donde estuvo, quiso hacer saber a los senadores su descontento ante la absurda «protección». Porque el hecho de quedar sin fueros no implica que seas culpable, es tan solo un paso para habilitar a la justicia a que empiece a investigar.

    En el Parlamento pasan cosas que serían intolerables en la función privada. Si ubico a mis familiares con dos o tres rubros (cosa que rápidamente detectarían en recursos humanos)  me echan a patadas de mi trabajo. Es así de sencillo. ¿Por qué en la función pública debemos ser tan condescendientes, tan tolerantes con situaciones que están mal, que constituyen hechos casi delictivos? Igualdad de condiciones. No me hagan creer que los que llegan al Congreso lo hacen solo para llenarse los bolsillos y se olvidan del Paraguay que tanto nombraron en campaña.

    No tengo nada en contra de Victor Bogado. En este caso fue él. Pero asumo que la protección corporativa se dio porque hay tantos que están en las mismas condiciones, y bajo el lema de “si cae uno, caemos todos” votaron de la manera en que lo hicieron y lo salvaron.

    Salvaron a Bogado, pero no se salvarán de los escraches del pueblo, y ahí en las calles, no podrán impedirnos manifestarnos libremente. A aquellos parlamentarios que desafían a la gente burlándose, no lo hagan, no menosprecien al pueblo que los puso allí. La ciudadanía ya despertó.

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