- septiembre 19, 2014
La actriz italiana Sophia Loren celebrará este sábado en México su cumpleaños convencida de que a los 80 todavía puede subir a saltos los escalones de la vida y salir de la cama cada día confiada en seguir conjugando su verbo favorito: trabajar.
«Yo necesito trabajar, necesito disfrutar, necesito vivir; cada mañana aún me levanto como muchísimas ideas», confesó Loren en Ciudad de México, asida del brazo del magnate Carlos Slim, quien se ha esmerado en los detalles para mimarla en tan señalada fecha.
En su honor, Slim ofrecerá el sábado en la capital mexicana una cena de gala que comenzará con una alfombra roja, y que reunirá a celebridades de prestigio internacional y personalidades de la vida pública de México.
El lugar escogido es el Museo Soumaya, donde este jueves ambos inauguraron una exposición sobre la trayectoria de la intérprete de «Matrimonio a la italiana» (1964), en la que cual se exhiben sus dos premios Oscar, algunos vestidos usados en películas, joyas y otros objetos de la actriz.
En el recinto, construido por Slim y que lleva el nombre de su esposa fallecida, se exponen también guiones de películas anotados y subrayados, y fotografías de los más de sesenta años de trayectoria de Loren frente a las cámaras.
Será un cumpleaños lleno de detalles por parte del anfitrión para esta actriz nacida el 20 de septiembre de 1934 en Roma, aunque se siente una napolitana de corazón.
Hija de madre soltera, Loren creció pobre hasta que a los 17 años fue descubierta por el productor Carlo Ponti, 22 años mayor, con quien se casó y tuvo a sus hijos Carlo y Eduardo.
Si bien su indiscutible belleza le abrió las puertas del cine, para llegar lejos Sophia necesitó ser algo más que una cara bonita y un cuerpo de fábula; en poco tiempo se reveló su talento para la actuación y a partir de ahí fue respetada también por su trabajo.
Un punto y aparte fue «L’oro di Napoli» («El oro de Nápoles», 1954), de Vittorio De Sica, en cuyo rodaje la joven Sophia Loren se convenció a sí misma de su gran potencial interpretativo.
«La hice cuando tenía 18 años, fue dirigida nada más y nada menos que por Vittorio De Sica, mi maestro. En sus manos yo era un instrumento y me sentí vibrar en aquellas calles de Nápoles, llena de confianza en que iba a lograr algo grande en la vida», dijo en México al hablar de sus recuerdos más queridos.
Sin embargo el gran salto en su carrera fue en 1960 con su trabajo en «La Ciociara» («Dos mujeres»), en la que interpreta a una madre preocupada por proteger a su hija en vano de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, y que le valió ganar el Óscar a la mejor actriz en 1961, convirtiéndose así en la primera mujer de habla no inglesa en conseguirlo.
«Cuando se recibe un Óscar es como estar fuera de este mundo; en cierto momento me sentí confundida, pero llena de energía, fueron momentos bellísimos, como enamorarse», dijo en México Loren, poco partidaria de mirar atrás, ya que piensa que el pasado puede sabotear el mejor día de su vida, hoy.
Hoy, precisamente, en honor a Sophia Loren, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas le entregará un Ariel (el Oscar mexicano) honorífico e iniciará en la Cineteca Nacional un ciclo con sus películas.
Agradecida, la diva ha jurado dejarse querer en la cena de mañana y también el domingo cuando se someterá al encanto de otra de sus pasiones, la música, al asistir a un concierto en el Teatro de la Ciudad donde su hijo Carlo Ponti dirigirá la Orquesta Sinfónica de Minería.
«Será una jornada particular como dice su legendaria película», pronosticó Slim en alusión a los festejos de este fin de semana y en recuerdo del filme «Una giornata particolare» (1977), de Ettore Scola. EFE