- agosto 28, 2019
Hasta la persona más tranquila y calmada ha perdido en algún momento los nervios ante una mala conducta de los niños y se ha sorprendido gritando a sus hijos para reprenderles.
¿Qué ocurre cuando los padres son los que toman esta costumbre tan fea y educan a los hijos a base de gritos? Hay situaciones en las que hasta para la mamá más paciente es inevitable levantar la voz al pequeño ante una rabieta, un niño rebelde o cuando nuestro hijo se convierte en la reencarnación de Daniel el travieso. ¿Qué hacemos entonces si se va convirtiendo en algo habitual? ¿Es posible educar sin gritar?
La respuesta es sí, aunque no es fácil. “Se necesita mucho autocontrol y paciencia. Los aprendizajes requieren tiempo y nuestro papel como padres es enseñarles la mayoría de cosas que les servirán en su vida adulta. Pero a veces nos lo ponen difícil. Educar sin gritar es simplemente decir lo mismo, pero en otro tono. Sencillo, ¿no?”, explica Mireia Navarro Vera, directora del centro de psicología y logopedia El Teu Espai al portalDMedicina.
Motivos para dejar de gritar
- Si querés enseñar a tu hijo respeto debes tratarlo con respeto. Si les gritas no los tratas con respeto, les enseñas a usar la agresividad para solucionar los conflictos.
- Si le gritas, no te escucha. Se acostumbran al grito y deja de funcionar. “Cuando esto pasa, ¿qué hacemos? ¿Gritar más alto?”, continúa Navarro Vera. “Además, el grito cierra automáticamente sus oídos y no van a querer escuchar lo que queremos enseñarles.
- Con cada grito perdemos autoridad positiva. La especialista es clara: conseguir que nuestros hijos nos obedezcan por respeto es mucho más difícil que conseguir que nos obedezcan por miedo, pero a la larga es mucho más efectivo, ya que la obediencia por miedo lo que acaba generando es rebeldía.
El secreto está en el autocontrol, intentar comprometerse con tus hijos para que te ayuden a dejar de gritar o hacer un pacto a dos: vamos a hablarnos sin gritar.