- febrero 6, 2017
No es un capricho o simple ‘argelería’, a mucha gente los sonidos que producen algunas personas cuando comen o hasta respiran, automáticamente desatan su irá; ellos padecen de lo que se llama ‘misofonía’.
No se trata solo de ser sensible a ruidos como el de un tenedor raspando el plato. Hay gente cuya ira se desata simplemente al escuchar comer a alguien, con el susurro de una bolsa, o hasta la respiración de otra persona.
Esta condición es conocida como misofonía, y científicos de Reino Unido han demostrado que el cerebro de algunas personas producen una respuesta emocional excesiva ante ciertos estímulos auditivos, según publica la BBC.
Tras escanear los cerebros de 20 personas misofónicas y 22 sin la condición, revelaron que la parte del cerebro que unen los sentidos con las emociones, mostraba demasiada actividad en los casos de misofonía.
«Se saturan cuando escuchan los sonidos que disparan la reacción», explicó el Dr. Sukhbinder Kumar, de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, añadiendo que la emoción dominante es la ira, y no el disgusto.
Hasta ahora no existe un tratamiento para los misofónicos, aunque Tim Griffiths, profesor de Neurología Cognitiva en la Universidad de Newcastle y el University College de Londres, considera que usar bajos niveles de electricidad dirigida a través del cráneo, que se sabe que ayuda a ajustar la función cerebral, podría tranquilizar los enfermos.
Olana Tansley-Hancock, de 29 años, es una mujer que padece de esta condición. Ella cuenta que siempre le molestarán las personas que coman papas fritas o el simple susurro de una bolsa. Cuando lo escucha, necesita pararlo o huir.
Ella evita los cines y se pasa cambiando de lugar cuando viaja. Inclusive, recuerda que debió denunciar a un trabajo a los 3 meses, porque se pasaba más tiempo llorando y con ataques de pánico.