- noviembre 9, 2014
Se cumplen cien años desde que Max Factor, conocido como el padre del maquillaje moderno, debutara en el séptimo arte con el compromiso de vestir el rostro de las estrellas de Hollywood con productos de calidad.
Marlene Dietrich, Greta Garbo, Jean Harlow, Ava Gardner o Joan Crawford fueron algunas de las actrices que se pusieron en manos de este visionario maquillador, capaz de trasladar los productos al consumo cotidiano de la mujer.
Consideraba que el halo de belleza que envolvía a las divas del cine también podía alcanzarlo cualquier mujer con una base de maquillaje y un rubor de color.
Nacido en Rusia en 1872, Max Factor, que tenía una tienda de artículos para el cabello y el rostro, emigró a Estados Unidos, donde comenzó una nueva andadura profesional que le llevó a definir la belleza desde la industria cinematográfica.
Cuando Max Factor, en 1914 acudió al cine, le sorprendió que el maquillaje de los actores fuera pesado, fue entonces cuando ideó la primera base de maquillaje, flexible y cómoda que otorgaba a los actores un aspecto más real.
Pronto, sus bases de maquillaje adquirieron prestigio en el cine, y no tardó en trabajar con las principales estrellas de Hollywood. Dos años más tarde, Factor comenzó a vender sombras de ojos y lápices para cejas fuera del circuito del mundo del cine.
Tras el éxito, este ruso afincado en Los Ángeles, presentó el principio de maquillaje “Armonía de Color”, un término que aún hoy se utiliza para definir el equilibrio entre el maquillaje de la mujer, su tono de piel, el color de sus ojos y de pelo.
En 1928, Max Factor, que decía que “no naces con estilo, pero se puede crear, acuña el término “make-up” y presenta la colección “Society Make-up”, diseñado para todas que mujeres que soñaban con imitar los estilismos de sus estrellas favoritas.
Durante la Edad Dorada de Hollywood, solo un nombre estaba en boca de las divas de la gran pantalla. Este nombre era Max Factor, un maquillador visionario, que inventó la pomada labial, más tarde llamado brillo de labios.
Los productos de maquillaje y las técnicas que Max Factor creó para la industria del cine, le valió un merecido Oscar, aunque lo importante para él es que cualquier mujer pudiese estar brillante con los productos y técnicas de maquillaje adecuados, lo que les permitía crear y reivindicar su propio estilo cada día.
Inquieto y preocupado por encontrar las proporciones faciales, el señor Factor construyó en 1932 un calibrador de belleza, que le ayudaba a definir el sombreado para crear el rostro perfecto.
En 1935 desarrolló el maquillaje Pan-Cake Make-up para satisfacer las necesidades específicas del cine en tecnicolor, ya que sin maquillaje corrector, el rostro de los actores lucía azul o rojo.
Cuando las actrices empezaron a llevarse grandes cantidades de Pan-Cake para utilizar fuera de los platós, Max Factor se percató de que su último invento daba un aspecto estupendo tanto dentro como fuera de cámara. Y así, lo comercializó en pequeñas tiendas.
Cine y maquillaje iban de la mano, razón por la que el señor Factor propuso estilismos para cada actriz. De tal manera que intensificó las facciones, definió los labios y esculpió los pómulos de Marlene Dietrich, además de trabajar con sombras sus párpados hasta conseguir agrandar sus ojos.
Si para Ava Gardner pensó un maquillaje clásico y sofisticado que le aportaba seguridad e independencia, para Jean Harlow, conocida como la vampira risueña, trabajó un estilismo juvenil y coqueto que aupaba su magnética sensualidad.
Murió a los 66 años, tras revolucionar el concepto de la belleza gracias a su experiencia en Hollywood a lo largo de cincuenta años. Hoy, su legado continúa de la mano Pat McGrath, directora creativa de la firma.