- febrero 18, 2014
La joven india Laxmi sufrió un ataque con ácido de un pretendiente despechado que le desfiguró el rostro cuando tenía 14 años, pero una década después la lucha contra esa lacra social le ha traído consigo el amor de otro activista, Alok.
Laxmi y Alok encabezan la lucha en la India contra los ataques de ácido al frente de la ONG «Stop Acid Attacks», que en julio pasado logró que el Tribunal Supremo indio ordenara restringir en el país la venta de ácido y compensar con unos 5.000 dólares a las víctimas.
«Cuando empecé a trabajar en esta campaña Alok y yo estábamos juntos todo el día, sobre todo en la época del juicio, por lo que comenzamos a gustarnos, y el 7 de agosto de 2013, en esta misma habitación, me declaró su amor», recuerda Laxmi en la sede de la ONG.
Alok, de 25 años, dice que lo que más le atrajo de Laxmi fue su «rebeldía, lo valiente que es, su fuerza y energía», y reconoce que «las cosas han cambiado mucho desde que está con ella» pues, sin ir más lejos, antes vestía de negro y ella trajo el «color» a su vida.
«Llegó un momento en el que sabía que nos queríamos. Cuando Laxmi regresaba a su casa no me encontraba bien, la echaba de menos, me sentía raro si no estábamos juntos. Con Laxmi he entendido por primera vez el amor, hace que me sienta completo», confiesa Alok.
La pareja bromea continuamente, se hacen arrumacos, y cuando en un momento de la entrevista Laxmi se emociona al recordar a su padre recientemente fallecido, Alok la mima hasta la extenuación: la abraza, le acaricia el pelo, le seca las lágrimas.
El padre de Laxmi y su hermano, que le ayudaron mucho en el largo y doloroso proceso de recuperación, son el motivo de que la joven no tenga «nada en contra de los hombres», y recuerda que aunque fue el hermano de una amiga suya el que la atacó, una mujer le ayudó.
La agresión fue planeada por el pretendiente rechazado, Guddu, de 32 años, quien recurrió a la ayuda de la novia de su hermano, Rakhi, para perpetrarla, en enero de 2005, cerca de un mercado en el sur de Nueva Delhi.
Ambos fueron condenados en 2009 a diez y siete años de prisión respectivamente. Ese proceso judicial, sin embargo, suele ser una excepción.
Con frecuencia los ataques con ácido no son notificados a las autoridades -solo 27 en 2010, a pesar de que algunos analistas afirman que hay entre dos y tres ataques diarios en la India-, y se zanjan en ocasiones casando a la víctima con el agresor.
Esa opción fue rechazada por Laxmi y su familia, y aunque hay hombres que se le han declarado por «compasión», reconoce que hasta que empezó la campaña contra los ácidos su vida era «soledad y lágrimas», y que nunca pensó «que pudiera llegar el amor».
«Para mí llegar a tener pareja era solo un sueño, (…) nunca creí que alguien me pudiera amar con esta cara, solo podía ser compasión, pero no amor», confiesa la joven. Además estaba el miedo.
«Cuando iba al colegio veía a las parejas, se reían entre ellos, disfrutaban. Al verlas me preguntaba si era verdad, pues tenía mucho miedo después de lo que me había pasado. Temía que el chico hiciera algo a la chica si acababan juntos», dice Laxmi.
Esa etapa escolar llegó para Laxmi, explica, después de «tres años muy críticos» en los que tuvo que luchar por su vida y someterse «a muchas y dolorosas operaciones».
Ahora la tradicional sociedad india les reclama que se casen, pero ellos, en un acto de rebeldía, se oponen.
«Ese sistema de bodas está destruyendo a la India: se tira el dinero, hay asesinatos por la dote, mucha gente no puede casarse por temas relacionados con la casta o la religión. Por lo que rechazamos la etiqueta del matrimonio, rechazamos ese sistema», sentencia Alok.
Y es que, como concluye Laxmi, el matrimonio tampoco es necesario, pues están «casados de corazón».