Marcha contra la arraigada cultura de violencia machista

  • Varios centenares de mujeres paraguayas marcharon en Asunción contra la violencia machista que, según dijeron, está instalada en la cultura del país, donde cada 13 días muere una mujer víctima de las agresiones de su pareja o expareja, de acuerdo con sus datos.

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    Las manifestantes, entre las que se encontraban mujeres residentes en los barrios pobres de la capital, indígenas, campesinas, transexuales y trabajadoras sexuales, caminaron hasta el Panteón de los Héroes, en el centro de la capital, para repudiar las agresiones machistas, en el marco del Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

    Algunas manifestantes protestaron disfrazadas de niñas embarazadas, en alusión a las dos niñas de entre 10 y 14 años que dan a luz cada día en Paraguay como consecuencia de abusos sexuales, según datos oficiales.

    «La violencia forma parte de un conjunto de prácticas culturales arraigadas, y por eso no resulta fácil cambiarlas», explicó a Efe Cony Oviedo, de la Coordinadora de Mujeres Rurales e Indígenas de Paraguay.

    Oviedo lamentó que, cuando una mujer es víctima de violencia psicológica o física por parte de su pareja «existe esa idea de que no hay que meterse, que son cosas privadas que tienen que solucionar entre ellos», lo que deja a las mujeres en una situación de «total desprotección».

    Por su parte, Vanessa Mencia, de la organización Desde Abajo, que trabaja con los habitantes del Bañado Sur, una de las zonas empobrecidas de Asunción, afirmó que «los roles machistas continúan en una cultura que le enseña al hombre que tiene el poder de decidir sobre el cuerpo de una mujer».

    «Todas las autoridades que nos gobiernan son hombres. Son ellos quienes toman las decisiones por nosotras (…). Creemos que la mayor violencia que sufrimos las mujeres viene por parte del Estado, cuando nos niega a las mujeres el acceso al trabajo y a unas condiciones dignas para tener y criar a nuestros hijos», afirmó Mencia.

    Según los datos de estas organizaciones, un 59% de las mujeres paraguayas ha sufrido alguna vez violencia psicológica, física o sexual, un porcentaje que crece «cuanto más se agudiza la pobreza, que impulsa la violencia», dijo Dora Flecha, del Partido Paraguay Pyahura («Paraguay nuevo», en lengua guaraní).

    Las mujeres pobres, además, «no son atendidas por la policía o la Fiscalía cuando presentan denuncias» por violencia machista, por lo que muchas de ellas se están organizando en «brigadas de mujeres» para acompañar y proteger a las víctimas de agresiones, explicó Teodolina Villalba, de la Federación Nacional Campesina.

    En otras ocasiones, son los propios policías quienes violentan a las mujeres, como en el caso de las trabajadoras sexuales, denunció Mónica Aquino, de la organización Unidas en la Esperanza.

    «Las trabajadoras sexuales somos violentadas por los policías que vienen a pedirnos plata cuando trabajamos en la calle, y si no la tenemos nos llevan presas. Parece que los tiempos de la dictadura no terminaron para nosotras», lamentó.

    Criticó, además, que muchas de sus compañeras «son discriminadas y tratadas de putas» cuando acuden a los servicios de salud o de educación, derechos básicos que a menudo les son «negados».

    Aquino agregó que las mujeres trans, algunas de las cuales se dedican también al trabajo sexual, sufren «doble discriminación y doble violencia», y recordó que al menos 55 de ellas han sido asesinadas desde la caída de la dictadura paraguaya en 1989, sin que los crímenes hayan sido esclarecidos.

    Seis niñas, adolescentes y mujeres adultas, por día, sufrieron algún tipo de violencia en sus hogares en Paraguay y lo denunciaron, según estudios oficiales realizados en 2008 y divulgados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). EFE

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