La terapia del abrazo

  • Rodear con los brazos a una persona es una de las formas más auténticas de comunicación no verbal y expresión emocional y, además, ayuda a mejorar y sanar nuestras relaciones. Los abrazos, abrigos para el alma.

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    Probablemente existan pocas terapias naturales tan sencillas, económicas y agradables como las de dar y recibir abrazos, un bálsamo para el cuerpo y el alma, según la creadora del “sistema de abrazoterapia“, Lía Barbery, quien indica que es “útil cuando sobran las palabras o no encontramos las adecuadas, y es un gesto en el que se compromete, desde la mirada, hasta el latir del corazón”.

    Para Barbery, a través del intercambio de abrazos, “logramos brindar seguridad, reforzar la autoestima, alegrar el espíritu, reconocer nuestros propios límites, fusionar cuerpo, mente y emociones, celebrar la vida, conectar con el aquí y ahora y aliviar la soledad”.

    “Al abrazarnos comunicamos con alta eficacia las emociones que experimenta nuestro cuerpo y que nuestros sentimientos quieren trasmitir. Son una expresión pura del corazón que trasciende los idiomas”, explica a Efe esta orientadora emocional, originaria de Uruguay y afincada en las Islas Canarias, autora del libro ‘El lenguaje de los abrazos”.

    Según Barbery, “el abrazo no es una cuestión de aptitud, sino de actitud frente a la vida. Quienes participan de estos talleres se transforman en tejedores de abrigos para el alma”.

    “En nuestras clases se manejan conceptos como la comunicación no verbal, la expresión corporal, la importancia del tacto, las emociones, las habilidades sociales, el sentido del ridículo, los miedos, la asertividad, la empatía, la resiliencia y la escucha activa, ¡sin olvidar la risa y la música!, componentes naturales de nuestro mundo y su manifestación”, señala.

    Un estímulo sanador

    Según esta terapeuta, el llamado “estímulo abrazo” “es sanador, entre otras cosas, porque induce una variada respuesta química en nuestro cerebro, consistente en la liberación de lo que podrían llamarse unos “antibióticos naturales””.

    “Al abrazar, nuestro organismo libera sustancias tales como la oxitocina, conocida como la hormona del apego y el afecto; las endorfinas, que favorecen la sensación de bienestar; la DHEA u hormona de la juventud; y la somatotropina u hormona del crecimiento; entre otras”, explica, refiriéndose a lo que califica como “¡un regalo ecológicamente natural!”.

    “Los abrazos proporcionan beneficios de forma integral al ser humano ya que, gracias a ellos, mejora la gestión de las emociones y experimenta desbloqueos emocionales y físicos”, añade.

    Rodear y estrechar con los brazos a una persona en señal de cariño, “fortalece la autoestima, porque se produce una mayor aceptación y reconocimiento de uno mismo y del prójimo, desarrollándose la empatía y la asertividad”, señala Barbery.

    “Como lenguaje sanador del corazón, los abrazos permiten conectar desde la autenticidad y la aceptación de nuestra propia vulnerabilidad, comunicar respeto y solidaridad y también obran como rescatadores de la soledad y el aislamiento”, explica.

    “Hay situaciones en las que un abrazo dice más que mil palabras, aquellas en las que la carga emocional es muy intensa. Para expresar una gran alegría, compartir una celebración, consolar a una persona doliente, transmitir un estímulo de aliento, los abrazos resultan muy locuaces”, indica Barbery.

    Consejos para abrazarnos mejor

    Sobre cómo dar un abrazo de forma natural y desinhibida, la experta indica: “es un proceso gradual que comienza en nuestro interior, escuchándonos, viéndonos y percibiéndonos como seres únicos, irrepetibles, merecedores de respeto, capaces y dispuestos al intercambio de afecto”.

    • Es conveniente aflojar el cuerpo de forma consciente llevando la atención a cada una de sus partes, lenta y pausadamente, aflojándolas y relajándolas, especialmente las zonas del cuello, espalda, brazos y caderas.
    • Sonriente, vaya acompañando este proceso con ejercicios de respiración, con inhalaciones profundas y exhalaciones lentamente reguladas.
    • Disponer de una música suave y un perfume ambientador le ayudarán a sintonizar con las emociones y sentimientos que experimenta abrazando.
    • Visualice en su mente un lugar ideal que le proporcione bienestar, por ejemplo un espacio abierto en contacto con la naturaleza y desde allí dispóngase a experimentar los beneficios terapéuticos del abrazo.
    • Si está a solas, procure rodearse a sí mismo con los brazos, y apoyar la cabeza sobre un hombro, para dejarse ‘fluir’.
    • Si está en compañía de alguien, el respeto, el consentimiento mutuo y disposición del grupo son imprescindibles. Un buen comienzo para llegar al abrazo puede ser el contacto visual y pasar de la mirada al reconocimiento del otro, procurando ponerse emocionalmente en su lugar y verlo como una parte integral de nosotros mismos.

     

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