Consejos para que la ansiedad no malogre la dieta

  • Seguir una dieta de adelgazamiento puede causar ansiedad ante la idea de no poder comer aquello que se desea. Esto provoca que se incumplan las pautas marcadas y que la evolución en la pérdida de peso no sea la esperada. Para controlar la ansiedad, hay recursos

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    La ansiedad conduce a tomar alimentos calóricos de forma compulsiva, fuera de horas y en exceso, una práctica que en el primer momento consigue un efecto tranquilizador pero que a medio plazo conlleva abandonar el régimen y sufrir sentimientos de culpabilidad y baja autoestima.

    En muchas ocasiones esa ansiedad, originada por diferentes factores, estaba ya antes de iniciar la dieta y ha continuado hasta malograr el objetivo de adelgazar. Un bucle peligroso.

    El psicólogo Rubén Pérez, que junto a otros especialistas en nutrición, ha participado en el libro “La dieta alea” (Editorial Zenith) que promueve una alimentación equilibrada basada en la dieta mediterránea, recibe en su consulta a personas que afrontan la ansiedad asaltando la heladera.

    “Son personas que dicen relajarse al comer y es fruto de un aprendizaje incorrecto, algo que tienden a repetir. Como la recompensa está cercana, el comportamiento se repite”, apunta.

    Pautas para conseguir el objetivo

    Controlar la ansiedad antes, durante y después de la dieta conduce a cumplir el objetivo: adelgazar de forma saludable y no volver a recuperar el peso perdido una vez finalizado el proceso.

    Para el especialista en Psicología, “la ansiedad es uno de los procesos más habituales a la hora de hacer dieta, es una sensación de no poder comer cuando en realidad se trata de comer de otra manera”.

    Además de tratamientos psicológicos que ayudan a identificar las causas de la ansiedad, como el estrés o las preocupaciones, existen algunas recomendaciones para vencerla de forma natural, según se recoge en “La dieta alea”:

    • Tomar líquidos: Beber caldos vegetales, infusiones y agua entre horas ayuda a sentirnos saciados y a eliminar toxinas. Si las infusiones son relajantes (de valeriana o pasiflora) contribuyen a controlar la ansiedad. También se recomienda tomar uno o dos vasos de agua antes de las comidas para llegar con menos hambre a la mesa.
    • No consumir alimentos excitantes: Café, té o chocolate en exceso aumentan los niveles de adrenalina y la ansiedad.
    • Tomar alimentos ricos en fibra que nos hacen sentir saciados y por tanto con menos ansiedad. Legumbres, pan integral, pasta integral, arroz integral aportan fibra.
    • Carbohidratos complejos (pan, pasta, arroz, cereales, patatas, legumbres…): fundamental incluirlos en una dieta equilibrada y mejor en su versión integral por su menor índice glucémico, que supone que los niveles de glucosa en sangre no aumentan tan rápidamente consiguiendo saciedad y evitando acumular grasa.
    • Cinco comidas al día: hacer dieta no es pasar hambre, sino comer en cinco tomas al día los alimentos adecuados en cada momento. Además, hay que intentar comer sin prisa, sentado en la mesa y masticando bien para hacer mejor la digestión.
    • Distinguir entre hambre y ansiedad: Cuando llega el momento de ansiedad hay que parase y reflexionar sobre el impulso que nos lleva a comer algo que nos suele aportar muchas calorías y que nos hace tirar por la ventana el esfuerzo previo para perder peso.
    • Ejercicio: La actividad física es un aliado frente a la ansiedad, sobre todo si se realiza en la franja horaria en la que más tentaciones tengamos de picotear. También produce sensación de bienestar al liberar endorfinas y contribuye a quemar calorías.
    • Aprender a respirar: La respiración es una pauta básica que ayuda a controlar la ansiedad. Practica técnicas de relajación o yoga.

    Los escollos a la hora de hacer la dieta, como esos momentos de ansiedad, forman parte del proceso normal, por lo que hay que responder con perseverancia y no castigarnos hasta el punto de poner en peligro la continuidad del régimen.

    “Cuando aparezcan dificultades durante la dieta es importante tener claro cuáles fueron las motivaciones iniciales para empezarla”, aconseja el psicólogo Rubén Pérez.

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