La «era Copping» de De la Renta y Narciso Rodríguez se reparten Nueva York

  • Tras la muerte de Oscar de la Renta, el primer desfile de la firma huérfana en su nueva era bajo la dirección de Peter Copping acaparó todas las miradas en la Semana de la Moda de Nueva York, aunque la calidad neta de Narciso Rodríguez mereció un aplauso menos mediático pero muy merecido.

    Compartir:

     

    La herencia del diseñador dominicano y la corona de la exquisitez latina que recae ahora en Rodríguez, compartieron jornada también con la apuesta invernal para 2015-2016 de Marc by Marc Jacobs.

    Oscar de la Renta, leyenda de la costura, dejó apenas una semana antes de morir el pasado octubre su imperio en buenas manos, como quedó hoy patente en esta primera colección otoño/invierno 2015-2016, pero la propuesta de Copping, proveniente de Nina Ricci, está llamada a no dejar indiferente a nadie.

    El diseñador británico asumió sin rechistar los pilares de la casa y se ajustó al guión del conservadurismo elegante abriendo con cuellos cisne y cerrando con espectaculares vestidos de noche que parecían traer escondido en los abullonados una alfombra roja.

    Sin embargo, no pasó inadvertida su vocación de refrescar algunos aspectos, dando un mayor protagonismo a las transparencias, a los brillos y traicionando el concepto troncal de Oscar de la Renta, la solidez, al jugársela con algunos diseños más sexys que sensuales y más llamativos que elegantes.

    Las dos fuerzas contrapuestas vivieron una batalla campal en la pasarela, siempre bajo la misma espada de Damocles: la inevitable pregunta de «¿es esto un Oscar de la Renta?».

    Los modosos trajes de lana a rayas rojas, blancas y negras desde luego. Los zapatos, las piernas siempre estilizadísimas que contrastan con hermosos abrigos de pieles en patchwork, así como el talle de la falda estilo años 60 y la cintura bien marcada, incluso hicieron pensar en una resurrección.

    Sin embargo, en una suerte de transición en directo, los colores empezaron a avivarse, aparecieron los oros y los volúmenes rígidos. Corpiños mínimos, vestidos de piruleta, excesivos trabajos de pedrería luchaban por encontrar su sitio en el público habitual de la firma. La belleza estaba más que presente, pero estuvo agriada por la tensión.

    Relajadas eran, en cambio, las líneas de Narciso Rodríguez, aunque no tuvieran nada que ver con el descuido.

    Siguiendo con su profundo conocimiento de la arquitectura de la moda, el diseñador de origen cubano presentó una colección con su marca de la casa, la sencillez, arrancando con un diseño blanco y negro que, cual pieza de ajedrez, se movía por el tablero con libertad pero con reglas.

    Esa es la clave de esta nueva colección. Desde la rectitud de los hombros deja a las telas en una ordenadísima caída libre. De ella surgen finas y eternas solapas, vuelos que nunca se disparan, sino que apuntan a la rectitud. Un albedrío obediente.

    La paleta de colores siempre brillante en su discreción, con el blanco y el negro como base y algún naranja o algún rosa tenues que miran hacia la primavera. Los materiales también llaman a la armonía a través de un neopreno refinado al máximo, un tweed o un crepé para diseños que, a menudo, deslumbran por incluir en una sola pieza diversas formas.

    La mujer de Rodríguez, siempre extremadamente delgada, es como un junco que se dobla pero nunca se rompe. Tiene una fragilidad de hierro. Se protege del frío cerrando el escote apenas con una transparencia. Y la transparencia, en un sentido menos textil, es metáfora de la honestidad del diseñador para mirar cara a cara a la belleza femenina.

    Finalmente, Marc by Marc Jacbos, en su segunda colección diseñada por Luella Bartley y Katie Hillier, encontró en «Alicia en el país de las maravillas», de Lewis Carroll o quizá de Walt Disney, o quizá de Tim Burton, un excelente hilo conductor para su desfile de inquietantes niñas-mujer en un entorno entre lo idílico y la pesadilla.

    Por ese jardín laberíntico desplegado por la marca en Nueva York desfilaron modelos con tintes militares y boinas rebeldes pero con concesiones a una falda globo corta, que recrea la caída de Alicia por el hueco de la madriguera del conejo.

    Como color eligen el negro. Como tejido, el cuero y el terciopelo. En los pies, unas botas de caña alta con reminiscencias heavy metal. En las manos, bolsos-maletín, y en las cinturas riñoneras que dan a la mujer la autoridad severa de un revisor de tren.

    Algunas faldas largas, apariciones inesperadas como el tutú o el chantilly y otro de los motivos que comparten muchos diseñadores, los cuadros escoceses, completaron una colección que asienta en el buen camino a Bartley y Hillier en la marca, tras empezar con el pie izquierdo el pasado septiembre. EFE

    Compartir:
    Etiqueta(s):

    Más notas: