Psicología: Cómo convertirse en una persona sin miedos

  • Los temores, a menudo infundados, sobre lo que puede ir mal o causarnos algún perjuicio en el futuro, son algunas de las causas de insatisfacción, ansiedad y merma psicológica. Es necesario saber manejar este sentimiento que nos limita vivir con plenitud

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    El miedo puede salvarnos la vida cuando ocurre de forma puntual preparando nuestro cuerpo y nuestra mente para huir, luchar o quedarse inmóvil ante una amenaza real, como por ejemplo, la cercanía de un león.

    En cambio, si se vuelve más o menos permanente y surge ante los posibles e hipotéticos daños que podemos sufrir en el futuro o de forma imprevista, consigue que, en lugar de vivir con plenitud, “sobrevivamos” colocando nuestra existencia en nivel muy básico y muy por debajo de nuestro potencial y capacidad de ser felices, según la especialista Pilar Jericó.

    “Todos sentimos miedo cuando nos enfrentamos a un cambio o a determinadas situaciones laborales”, señala Jericó, que es doctora en Organización de Empresas, licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y pionera en el análisis del talento, el impacto del miedo y en el desarrollo empresarial Latinoamérica y España.

    Jericó es autora también del libro “NoMiedo”, del cual comenta: “es una obra de referencia para identificar y conquistar esta emoción, tanto en la empresa como en la vida personal y profesional, partiendo de la idea de que no podemos vivir sin miedo, porque lo necesitamos, pero sí que podemos conseguir que el miedo no nos domine”.

    Según esta experta, el miedo tiene una base biológica y nos equilibra, disuadiéndonos de realizar determinados comportamientos, como asomarnos en exceso a una ventana o ser “demasiado sinceros” con nuestro jefe, pero puede deformarse y debilitar nuestro potencial, convirtiéndose en “miedo tóxico”, el cual daña nuestras capacidades y nos paraliza para tomar decisiones.

    “El miedo es una familia de emociones que van, desde el pánico a la ansiedad; el malestar temeroso o el estrés; y que se activan cuando percibimos amenazas”, según Jericó.

    Para convertirse en una persona o profesional “NoMiedo”, Pilar Jericó no proporciona recetas “contra” el temor, ni consejos para “enfrentarse al miedo”, sino que propone un enfoque innovador para superarlo: apoyarse en la motivación y, en especial, en la misión que cada uno elige y que nos trasciende.

    Gran lección de los supervivientes

    Esta idea se basa en la experiencia de Viktor Frankl, un psiquiatra judío que estuvo prisionero en campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial y observó que conseguían sobrevivir sobre todo aquellos que tenían una razón última para vivir: volver a ver a una mujer o a unos hijos, ayudar a unos compañeros, escribir un ensayo, realizar un viaje largamente soñado… .

    “Una misión trascendente les daba energía para superar los miedos, incluso los de los peores horrores de Auschwitz, y parece que esta fuerza se basa en el sistema inmunitario, diseñado para defendernos de la enfermedad y de la muerte”, apunta la autora de “NoMiedo”.

    “Nuestro compromiso con lo que hacemos depende de causas trascendentes, como una misión o unos valores: una motivación que mueve montañas, talentos y pasiones”, señala Jericó.

    “Cuando alguien está conectado a su misión, a veces llamada vocación, es capaz de “dejarse la piel” en un proyecto, porque somos más fuertes cuando creemos en lo que hacemos y le damos un sentido distinto. No es lo mismo dar una conferencia para aportar que para “cubrir el expediente”, según la especialista.

    La búsqueda de sentido transforma nuestra forma de trabajar y nos inmuniza ante el miedo, aunque solo sea en parte. “Si no se tiene un ‘para qué’, se cae en las redes del miedo, pero si uno tiene una misión más elevada para sí mismo, se sacan fuerzas de flaqueza”, afirma.

    En opinión de la divulgadora, esta misión u objetivo puede ser simplemente lograr que los clientes tengan una magnífica experiencia de relaciones sociales. Esto se propuso una profesional de supermercado encargada de introducir las compras en bolsas, que participó en un estudio del psicólogo estadounidense Martin Seligman, y que así logró aumentar su motivación y satisfacción en el trabajo, según apunta.

    Para Jericó, la forma de evitar el miedo no es atacándolo, “porque sería atacarnos a nosotros mismos, y lo único que conseguiríamos sería fortalecerlo. La clave es anclarnos en la misión que nos trasciende a cada uno de nosotros. El miedo está ahí, pero si nos aferramos a nuestros motivos últimos podremos inmunizarnos, en parte, de su efecto”, destaca.

    Somos personas que necesitamos encontrar un sentido de trascendencia a lo que hacemos. Para encontrarlo, Jericó sugiere dejar de interrogarnos sobre el sentido de nuestra vida y en cambio pensar, “en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente”, como decía Frankl.

    Todos salimos adelante

    Jericó indica que para mantener el miedo a raya puede ser útil recordar una máxima casi universal y muy realista según la cual “todo el mundo sale adelante”, es decir que tras una adversidad, pasado un tiempo, se arranca otra vez.

    Esta experta destaca que, ante las situaciones difíciles, los pueblos orientales tienen el enfoque del “¿y qué?” (“¿so what?”), que conduce a diálogos interiores como: “¿Y qué si pierdo mi estatus, trabajo o dinero?; aunque ello afecte a lo que tengo ¿acaso afecta a lo que soy?”.

    “Cuando uno se asienta sobre su misión y basa su autoestima en el “ser”, en vez de en el “tener”, se puede mirar al miedo sin temerlo y así afrontarlo”, según la autora de “NoMiedo”.

    “Una técnica para superar el miedo a volar –recuerda Jericó- es imaginar el hipotético accidente aéreo, a diario y durante unos minutos, con todos sus componentes: la caída o colisión, la llegada de los bomberos, la televisión y el drama que acontece. Así, cuando uno sube al avión, está tan aburrido de imaginar las mismas escenas que se preocupa de otras cosas”.

    “Cuando “diseccionamos” nuestros miedos, con sentido común y de forma concreta, vemos que no son tan terribles. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. Imaginando situaciones ambiguas y terribles somos grandes expertos”, advierte.

    Jericó realiza otra sugerencia: “póngale cara a su miedo, piense cual es su causa concreta y cuáles podrían ser las soluciones alternativas. Hay que evitar los miedos ambiguos, y reconocer que algunos de esos ‘monstruos’ son, en realidad, simples ‘insectos molestos’ ”.

    Según indica esta experta, los miedos ambiguos nos atemorizan, pero en la medida que los hagamos concretos, con sentido común, seremos capaces de mirarlos a la cara. “De esta forma adquiriremos distancia y ganaremos perspectiva”, insiste. EFE-REPORTAJES/OMAR SEGURA

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