Hipertensión: la muerte silenciosa

  • Una de cada cinco personas que alcanza los 40 años es hipertensa. Infartos, problemas cerebrovasculares, ictus… son algunas de sus consecuencias. La hipertensión no duele y no avisa, actúa matando o dejando graves secuelas. Se puede controlar con prevención y concienciación; estos son los objetivos a lograr en su Día Mundial.

    Compartir:

    No lo notamos, incluso es posible que ignoremos que somos hipertensos. Nuestra apariencia puede que sea saludable pero las cañerías que riegan nuestros órganos vitales pueden tener un exceso de presión. Es necesario comprobarlo, prevenirlo y actuar sobre ello antes de que sea tarde.

    Este es uno de los objetivos que se propone la Fundación Española del Corazón, tal y como nos cuenta su presidente, Leandro Plaza, con quien repasamos las claves de esta silente enfermedad.

    Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en el mundo desarrollado; ¿merecen por tanto, algo más que atención?

    Desde luego. Y estamos viendo que no solamente en el primer mundo sino también en los países en grado de desarrollo. En África que habitualmente los problemas eran de desnutrición, infecciones… en cuanto sube el nivel de vida van apareciendo los problemas cardiovasculares.

    Como es la primera causa de muerte en el mundo, lógicamente, los cardiólogos tenemos la obligación de tratarlo, pero esta enfermedad, que es una artereoesclerosis, significa que las arterias por las cuales va la sangre desde el corazón al resto del cuerpo, por una serie de fenómenos, se van obstruyendo; no llega la sangre al lugar que debe llegar.

    Cuando se obstruye totalmente se produce el infarto, esta enfermedad desgraciadamente no se cura. Los cardiólogos lo que hemos hecho es descender las cifras de mortalidad pero en el fondo el infarto es un fracaso porque no hemos sido capaces de prevenirlo.Esta enfermedad no se cura y la única manera de luchar es la prevención.

     

    Los problemas cardiovasculares tienen factores de riesgo claros. ¿Qué papel juega la hipertensión?

    De entre el colesterol, la diabetes, el tabaco… la hipertensión es el problema más importante. Se sabe que es el que más deteriora los vasos sanguíneos. La persona sana no sabe que tiene hipertensión hasta que no se la toman. Pasaba con nuestros abuelos; estaban a los 60 y tantos magníficos, con buen color; decían: “qué sano” y de pronto le daba un infarto cardíaco o cerebral. Por eso, es tan importante llamar la atención a la población de lo que significa una enfermedad que no se manifiesta hasta que no provoca una complicación grave.

    La presión va subiendo a lo largo del tiempo por una serie de factores. Existe un componente genético pero también está influenciada por nuestro estilo de vida. Abuso de la sal, la obesidad… Y en este sentido debemos extender la prevención hasta los niños. En España está empezando a tener sobrepeso más del 20% de los niños. Si tienen sobrepeso y en el futuro obesidad, puede aparecer también la hipertensión.

    Los hijos de padres con hipertensión están predispuestos genéticamente a tenerla cunado lleguen a los 40 y 50; la inactividad física también puede provocar una tendencia a la hipertensión.

    ¿Cómo actúa la hipertensión sobre nuestros vasos sanguíneos?

    La capa que recubre por dentro los vasos, el endotelio, es algo así como la pintura de una habitación. Existe una interacción bioquímica entre la pared de la arteria y ese endotelio. Con estos factores de riesgo, poco a poco, el endotelio sufre, se hace como una grieta en la pared. Y ¿qué ocurre en la grieta? Los componentes de la sangre, como las plaquetas, como un mecanismo de defensa al principio, taponan la grieta. Pero el organismo lo que no controla es que “el pintor” sea perfecto y acumula no solamente las plaquetas sino otras sustancias, placas de colesterol, que provocan una obstrucción. Yo lo comparo con un tubo del baño, o el grifo o la alcantarilla de la calle repleta de hojas.

    ¿Son conscientes del peligro real los hipertensos?

    No lo son por el hecho de que no sienten nada. El gran problema está que a pesar de todos los avances, conseguimos afortunadamente salvar muchas vidas pero las secuelas se quedan.

    En la consulta, algunos pacientes, después de ponerle el tratamiento se quejan de estar decaídos. Es evidente que esto es real, es decir, le damos un medicamento que hace que el corazón no lata con tanta fuerza, llega con menos presión la sangre a la cabeza y se nota menos activación. Existe un periodo de adaptación hasta no notar los síntomas.

    ¿Como debe ser nuestro consumo de sal?

    En la Edad Media, la sal era un producto muy caro. Con ella se mantienen los alimentos desde hace 2000 años. Sin querer, a lo largo de esos miles de años el ser humano se ha acostumbrado a que la sal sea una parte constituyente del gusto; esto se marca en el cerebro, está en el diencéfalo grabado.

    La sal es cloruro sódico; el sodio se queda almacenado en el cuerpo y retiene el agua que sube la presión; tienes así más líquido en tu sistema circulatorio. Es difícil convencer a la gente ahora de que un alimento está mejor sin sal. No somos partidarios de una prohibición del alimento, lo que hay que hacer es conseguir el equilibrio. Somos personas de hábitos y costumbres, es cuestión de acostumbrarse a utilizarla en menor medida. EFE/ Mariola Agujetas

    Compartir:
    Etiqueta(s):

    Más notas: