Sexo gratis

  • Me rehúso a aceptar que vivimos en un mundo sin amor.

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    Una lapidaria frase que condenaba al amor motivó mi indignación y me inspiró a defender una causa. Puede estimarse perdida, teniendo en cuenta los tiempos que corren. Sin embargo, considero que aún existe una pequeña luz al final del túnel; pequeña si, pero luz al fin.

    «El amor es un invento de los hombres para tener sexo gratis» – rezaba una mal hecha pantalla dedicada de forma graciosa para todos los «machos».

    Esta frase, si bien es estúpida, me resultó indignante y a la vez cruel. Me rehúso a aceptar que vivimos en un mundo sin amor. Donde el sentimiento, sea de un hombre o de una mujer, se encuentre limitado a un efímero encuentro carnal entre dos personas. Donde el único objetivo en la tierra sea concretar la mayor cantidad de encuentros sexuales, y cuanto con más personas, mejor. Donde la mujer, dadora natural de vida, se limite a ser considerada un objeto sexual de hombres frívolos y desapasionados.

    Pero la estirpe masculina no tiene toda la culpa en esta historia. Sabiendo que “ellos” son asiduos lectores de este blog, es importante mencionar que en muchas ocasiones me topé con mujeres extremadamente interesadas y materialistas, que se encargaron de convertir el amor del más idílico príncipe azul, en un simple cuento ficticio. Hombres que amaron y perdonaron incondicionalmente y que se enfrentaron con una enorme pared compuesta de “porqués” que justificaban lo injustificable,  intentando explicar que el amor no fue suficiente, cuando en realidad solo era un problema de solvencia financiera.

    Esta clase de eventos, tan comunes como lamentables que ocurren a menudo, nos hacen reflexionar sobre la difusión del tipo de frase que mencionaba más arriba. La mujer es protagonista de su historia. No me atrevo a decir que es una simple víctima de esta sociedad. No me atrevo a acusar a todos los hombres de no respetar a la mujer cuando, en muchas ocasiones, ellas mismas no se hacen respetar alquilándose por un mejor pasar económico.

    Al final de todo, cada uno elije con quien invertir su vida. Eso de que “todos los hombres (o mujeres) son iguales” es una oración poco feliz que no hace sino demostrar el ápice de amor que nos tenemos a nosotros mismos.

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