La línea delgada

  • Son estas mis primeras líneas para Ella.com.py, y al escribir sólo pensé en esta palabra poderosa: “Ella”.

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    Ella, que representa en parte ese espacio que siempre necesitamos las mujeres, para ser hijas, para ser adolescentes, novias, esposas, madres, tías, abuelas en escenarios que nos tocó vivir. Reflexiono acerca de cada etapa, no sólo biológica, sino sentimental, significativa por la que pasamos las mujeres, que nada es correcto y que todo es visible o expuesto, y habla mucho más de nosotras “un buen vestuario” que “un buen pensamiento”.

    Sin ser tan explícita, (vos me entendés) a mi puro estilo, te apuesto que existe ese hombre sensible que está leyendo Ella queriendo saber ¿qué nos interesa como mujeres?; o ¿cuál es nuestro verdadero secreto en todo?. Sinceramente somos tan de Venus y ellos tan de Marte. Es decir, no hay manera de compararnos, pero si nos une los roles; sabemos lo que es ser hija, lo que es ser mamá, por ejemplo.

    Entonces, tuve que buscarle un nombre a este espacio. Y me detuve nuevamente a pensar en esa carrera sin fin que hacemos sólo en nuestro género, (somos como pelotudas esplendidas -a veces- y nos damos de «guapitas») carrera por estar en forma, por ser la más deseada, por ser la mejor estudiante, de querer estar delgada… En la era: marcada por la participación de las mujeres en ocupaciones gubernamentales. Y en lo viejas que pensamos estar siempre, porque “somos más maduras para nuestra edad.” La mezcla de todo eso, dio este título:

     “La línea delgada entre políticamente correcta y aburrida retro…”

    Si bien es desordenado, es en esencia de lo que voy a tomarme unos minutos en escribir en este blog. Y se preguntan: ¿Políticamente correctas?, en la justa medida y medio sonriendo «hasta ahí», o mostrando los dientes por la vida, a carcajadas, y terminamos siendo «uno más de la barra», o simplemente neutras, demostrando asombro para expresar sensibilidad, ternura, inocencia, ¡quién sabe!

    Somos esclavas de sentirnos queridas siempre, de caerles bien a todos y ser aceptadas por nuestros hombres, por la suegra, por las amigas nuevas, por los compañeros de trabajo, por las ex compañeras de colegio, por la vecina de en frente, pero nos olvidamos de ser de nosotras mismas. Estamos dispuestas siempre, pero la esclavitud ya se abolió hace mucho tiempo. ¡Basta!

     

    Dame la bienvenida, ¡Hola Ella!.

     

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