La familia del enfermo

  • Cuanto más informado este el familiar sobre la psicopatología más aleja de sí la incertidumbre, y con ella se van las inseguridades.

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    ¿Qué pasa con los familiares, quienes asisten a los consumidores de drogas, a las personas con desórdenes alimenticios y los depresivos clínicos?

    El enfermo es el emergente de un sistema disfuncional, y este mismo sistema es el encargado de contener y sostener a este enfermo en un círculo que nunca se acaba. Al mismo tiempo, desgasta los vínculos, la paciencia, el dinero para el tratamiento y finalmente el amor.

    El enfermo no sabe qué le pasa. Cuando la psicopatología empieza – y hasta bien adentrado en un tratamiento posterior a un diagnóstico- estamos hablando de mucho tiempo de saber que algo pasa y no saber qué es. El portador del conflicto no sabe qué le sucede, menos su pareja, sus padres, sus hijos y en esta ignorancia hay mucho dolor.

    Por este motivo, existen grupos de ayuda para familiares de consumidor de alcohol y drogas (alcohólicos anónimos y narcóticos anónimos) para ayudar a entender qué le pasa al familiar enfermo y compartir con pares en el dolor y el desgaste. También hay grupos para trastornos alimenticios y ludopatías (adicción al juego) sobre todo en las iglesias y son gratuitos.

    Cuanto más informado este el familiar sobre la psicopatología más aleja de sí la incertidumbre, y con ella se van las inseguridades.

    Asimismo, sobre todo en parejas de trastornos alimenticios, consumo de sustancias, ludopatías y círculos de relación violenta, se genera un vínculo de codependencia. El camino indicado es ver en su interior a través de la psicoterapia; por qué eligió a esa pareja, cuál es el patrón que lo o la lleva a depender de un dependiente y así poder cortar con este patrón.

    Se puede dar casos en el que el enfermo mejora pero el entorno no está preparado para esta mejoría aunque crean que sí lo están y eso podría conducir a recaídas. Por eso es el que entorno debe saber cómo entraron ahí para llegar salir y no volver a ese camino, así como las expectativas que tienen los profesionales de la salud sobre el enfermo.

    Este enfermo, al sanar, cambia la dinámica del sistema y eso trae consecuencias que no siempre son positivas.

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