Spielberg sigue soñando con dinosaurios

  • Casi 25 años después de soñar por primera vez con revivir a los dinosaurios en el cine, Steven Spielberg regresa al mundo Jurásico con una cuarta y espectacular entrega de una saga muy lucrativa y que ahora cuenta con el actor de moda, Chris Pratt, muy bien acompañado de Bryce Dallas Howard.

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    Aunque Spielberg se limita en esta cuarta entrega a las labores de productor ejecutivo, ha seguido muy de cerca un proyecto en el que ha tenido la primera y la última palabra para todo y que llega mañana a las pantallas de todo el mundo.

    Hasta eligió personalmente al director -un semidesconocido, Colin Trevorrow, con solo una película en su haber, «Safety not Guaranteed»- para continuar con una historia que no solo fue un enorme éxito, sino que puso de moda a los dinosaurios en todo el mundo.

    Una moda que no se ha apagado con el paso de los años, como lo demuestra el hecho de que cuando se lanzó el primer tráiler de «Jurassic World», el pasado noviembre, recibió casi 13 millones de visitas en YouTube en un solo día.

    Junto a Pratt -que ha pasado de la nada al todo gracias a un único papel, el del protagonista de «Guardians of the Galaxy»-, la pelirroja Bryce Dallas Howard («The Help»), los jóvenes Ty Simpkins («Indisious») y Nick Robinson («The Kings of the Dummer») y nombres como Vincent D’Onofrio, el francés Omar Sy o el indio Irrfan Khan.

    Todos ellos protagonizan una historia que se desarrolla 22 años después de los sucesos narrados en «Jurassic Park» y con el sueño del doctor John Hammond (al que interpretó Richard Attenborough) hecho realidad: un parque temático para poder ver dinosaurios de carne y hueso.

    El parque está situado de nuevo en la ficticia isla de Nublar, cerca de Costa Rica, y está poblado por los animales creados por el genetista Henry Wu, que cruza todo límite ético para desarrollar criaturas que no existieron.

    Ese es el punto de partida de una historia que continúa las aventuras de la novela «Jurassic Park», de Michael Chrichton, que se publicó en 1990 y con cuyos derechos se hizo rápidamente Spielberg por una cifra muy alta para la época, 1,5 millones de dólares.

    La primera película de lo que luego se convertiría en una saga se estrenó en 1993 y fue un éxito que muy pocos esperaban.

    «Soy consciente de que, desde un punto de vista tecnológico, fue un punto de referencia para toda la industria. Eran personajes creados digitalmente por ordenador que parecían totalmente reales con cualquier iluminación o condición atmosférica. Nuestro T. Rex digital incluso se paseaba bajo la lluvia», recuerda Spielberg en declaraciones recogidas por Universal.

    La producción costó 63 millones de dólares y recaudó 1.029 millones, lo que hizo de ella la película más taquillera de la historia hasta la llegada de «Titanic».

    Un éxito que no se repetiría con las dos siguientes entregas -«The Lost World: Jurassic Park» (1997) y «Jurassic Park III» (2001)-, que tuvieron que conformarse con 618 y 388 millones de dólares respectivamente, pero los espectadores no se olvidaban de los dinosaurios.

    «Me cruzaba con muchas personas a las que no conocía de nada que me preguntaban: ‘¿Para cuándo el siguiente Parque Jurásico?’. Me di cuenta de la cantidad de veces que me habían hecho la pregunta y empecé a considerar la posibilidad de una nueva entrega», explica Spielberg.

    Con la ayuda de Frank Marshall, productor de la trilogía de «Back to the Future» o de «Indiana Jones and the Temple of Doom», Spielberg se puso manos a la obra.

    Rodada de nuevo en Hawai (al igual que la primera entrega de la saga) y en Nueva Orleans, con una estética modernizada pero que respeta la marcada por «Jurassic Park», el filme ha contado con un gran número de enormes decorados construidos con una gran atención al más mínimo detalle, cientos de extras como en las producciones antiguas y paleontólogos como asesores.

    Y con unos efectos especiales deslumbrantes para una película en 3D que son los que más claramente demuestran los años pasados desde la primera película, ya que en realidad vuelve a ser una historia sobre cómo la ambición puede con cualquier atisbo de conciencia.

    Para los animales, la alta tecnología se ha aplicado en reproducciones a tamaño real -alguno de los animales supera los 8 metros de altura- y con maquetas por ejemplo de la cabeza del ‘Indominus’, la nueva bestia que protagoniza la película.

    El resultado es una película impecable de factura, llena de adrenalina, con algunos toques de humor y muy entretenida tanto para los amantes de los dinosaurios como para las nuevas generaciones que ni siquiera han oído hablar de «Jurassic Park». EFE

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