Cuando el valle de Coachella, en la baja California, se llena de vestidos de gasa y jóvenes con flores en la cabeza, significa que la temporada alta de festivales ha comenzado pero, como gozar de estos eventos al máximo no es fácil, llega al mercado una guía para llegar a ser el “perfecto festivalero”.
“El festival ha sustituido al campamento de verano: consiste en irse de vacaciones sin padres, pero mejor, porque hay música” explica a Efe Estilo Gerardo Cartón, coautor, junto a Jorge Obón, del “Manual del perfecto festivalero” (Lunwerg) donde analizan 16 festivales, nacionales e internacionales, como el SOS 4.8, el Primavera Sound, Glastonbury, Eurockennes o el mismo Coachella.
Sus enseñanzas son fruto de la vivencias acumuladas tras años de peregrinación por eventos musicales, que han vivido desde las perspectivas de periodista, “manager”, fan e incluso músico; y les acreditan como experimentados para hablar con pragmatismo de música, de dónde dormir cuando se acude a un evento de este tipo, y también de qué llevarse en la mochila.
De Inglaterra para el mundo
“Kate Moss, en Glastonbury, inició el look festivalero que luego copiaron en el resto de conciertos pero eliminando las botas de agua porque no hacían falta”, opina Cartón.
El autor del manual explica que, a pesar de que los básicos del “look festivalero” son universales, algunos escaparates tienen su propio estilo: el barro de Glastonbury impone las botas de goma y Coachella, las flores en la cabeza.
Las jóvenes rememoran estilismos que sus madres -o incluso abuelas- podrían haber lucido en Woodstock en un evento que trasciende lo musical y forma parte del calendario de famosas, blogueras y modelos, que se pasean luciendo estilismos desenfadados, pero más que estudiados.
Las marcas de moda aprovechan el tirón y optan por crear alianzas con los eventos musicales: La firma sueca H&M ha sacado a la venta esta temporada la línea “H&M Loves Coachella”; Asos ofreció descuentos a los “festivaleros” de la pasada edición del DCODE y la cadena de calzado Marypaz acaba de sacar una colección con botines y botas, de media caña, de ante, que se inspira en el estilismo “boho chic”, muy de festival californiano.
Cartón rompe una lanza a favor del tándem que forman la moda y los festivales ya que “la ropa, además de que tiene una vertiente artística, es para vender, como las entradas de estos certámenes”.
Consejos para no iniciados
La primera recomendación para ir a un festival, “sea urbano o en un descampado, en verano o en invierno” es acudir “sin tacones ni plataformas”, explica Obón, que aún recuerda el día que tuvo que llevar a una amiga a urgencias de un hospital, tras acudir con este tipo de calzado al Primavera Sound.
La clave está en mirar lo que dicta la moda “pero teniendo en cuenta que un festival es una maratón”, opina, a la vez que recomienda “un vestidito y unas botas bajas” para “ir divina y llegar a la noche sin una lesión”.
Para Cartón, en cambio, una minifalda o unos “shorts” con zapatillas de deporte constituyen el “look” ganador.
Otro de los consejos imprescindibles, es usar siempre calzado cerrado y olvidarse de las chancletas, incluso si se trata de un festival urbano, porque “con un suelo tan duro tienes que proteger tus tobillos” aunque, si tienes intención de dormitar en el camping y usar las duchas, “más te vale no dejarlas en casa”.
Más allá de la música
Los autores del “Manual del perfecto festivalero” también recuerdan que siempre se debe incluir en la mochila “una rebequita o jersey”, porque en las grandes superficies “por la noche la sensación térmica baja un montón”, incluso en verano.
Otros imprescindibles son el cepillo de dientes, la pasta dentífrica y las toallitas limpiadoras “porque nunca sabes cuando te puedes cruzar con el amor de tu vida”.
Obón considera que en los festivales españoles la gente es más reacia a la hora de dejar fluir su creatividad en el vestir: “En cambio, en Glastonbury es un ‘despiporre’, ves a grupos de chicas disfrazadas de Wendy y a chicos de Peter Pan“.
Sería muy bonito ir un día al Primavera Sound de Barcelona y ver a todos disfrazados”, por ejemplo, “de Jordi Pujol“, aseguran quienes en su día bailaron delante de Jarvis Cocker en el Bestival, vestidos solo con unas bermudas y un chaleco salvavidas de un avión.
“La gente va a los festivales a pasárselo bien”, coinciden ambos, pero “habrá personas que disfruten escuchando, sin descanso, a grupo tras grupo, y otros para los que la música pasará a un segundo plano”. Y si hay festivaleros que disfruten subiendo sus “looks” a Instagram, “bienvenidos sean”.EFE