- febrero 14, 2015
Muchas personas se dedican a la artesanía para solventar a la familia. En Ella te contamos la historia de Maly, una joven de Fernando de la Mora, que realiza manualidades usando semillas de jacaranda.
Vivian Urbieta
vurbieta@gmail.com
Se llama Maly Flores, tiene 30 años, y trabajó con varias organizaciones que se dedican a cuidar el medio ambiente. Es una aficionada a los temas relacionados con la naturaleza, y asegura que la mejor forma de conservar el planeta es el reciclaje.
“Hacer lo que a uno le gusta es la mejor terapia para relajarse”, dice al momento de comenzar la entrevista en su casa, en Fernando de la Mora.
Lo que comenzó haciendo como un hobby, hoy es prácticamente su fuente de trabajo. Ella asegura que es el “ingreso extra” que le ayuda cuando temporalmente se encuentra sin trabajo, ya que normalmente hace consultoría para empresas.
¿Por qué el jacaranda? Maly siempre quiso contribuir al cuidado del medio ambiente ya sea a través del reciclaje, o en el cuidando de animales. Tal es así que después de mucho tiempo, hoy, además de hacer sus trabajados con las semillas de jacaranda, es voluntaria en una ONG, en Asunción.
“La semilla de jacaranda me gusta, y cuando la encontré, guardé y dije que en algún momento le daría un buen uso. Solo que no sabía cómo”, revela. Entonces, fue cuando decide experimentar con los materiales que tenía a mano en el momento.
Su primera manualidad fue un monedero. “¿Cómo le voy a poner el cierre?, dije. Si lo pego, va a salir rápido. Solo si le llego a coser va a ser más resistente. Entonces fue cuando se me ocurrió usar un elemento similar al taladro”, cuenta.
“Cuando empecé a hacer salió algo distinto de lo que tenía en mente”, explica. Desde ese día sus diseños no paran, son muy solicitados en Facebook.
Entre sus trabajos de semilla de jacaranda los más destacados son collares, amuletos, aros, medallas de identificación para mascotas, cadenas con hilo trenzado, monederos y llaveros. Todos son personalizados, ya que no le gusta repetir un diseño, “siempre le cambio el color, el tono, o algo al modelo. No me gusta duplicar”, dice.
«La gente me regala la semilla»
Desde que se dedica a realizar artesanías de jacaranda, las personas que conocen sus trabajos, gracias a las ferias a las que asiste, la proveen semillas en cantidad, “incluso ya tengo como para dos años”, comparte.
La manualidad que realiza es ardua. Es que si hay un material que tiene grieta u otro tipo de defecto, lo deja al sol. Después lo pule con lija al agua, para finalmente proceder con los diseños y el color.
La idea de los dibujos de cada manualidad son a mano, la realiza de acuerdo a la que fluye en ese momento. “Con el pirograbador voy pintando las semillas que ya marque a mano. Luego les paso algunos productos para que luzcan mejor y no sean contaminados con moho o algunos bichos”, explica.
Internet, el eterno aliado de las emprendedoras
Muchas mujeres desarrollaron su creatividad a la par de los avances tecnológicos, es decir, Internet y las redes sociales. Y en el caso de Maly no fue la excepción. “Las ventas empecé por internet, luego en ferias desde 2009″, cuenta.
Dice que desde hace algunos meses prepara una colección económica que la expone en las ferias. “Cuando comienzo un diseño fluye la creatividad y ya no paro”, dice emocionada.
Mujeres así como Maly crecieron gracias a su ingenio. Ella eligió la semilla de jacaranda, y le va muy bien. Insta a las mujeres a seguir sus ideales. “El arte es la mejor forma de expresarse y de canalizar un sentimiento, es cuestión de animarse, nunca ser conformista, hay que tener ambición, sobre todo cuando va con el arte”, expresa.
“Uno debe animarse a realizar lo que le gusta, sea lo que sea, depende de cada uno, no se debe esperar a que venga otro y haga el mismo trabajo, y te robe tu proyecto. La clave del éxito es disfrutar de lo que se hace”, finaliza.