Quizás el tiempo perdido con sus hijos será difícil recuperar pero su libertad le permitirá seguir con la cabeza en alto, hasta reconquistar ese espacio con los seres que tanto ama.
Miércoles 27 de agosto del 2014: siendo las 13: 35 nuestro coordinador de piso nos decía «información de último momento, abrimos con esto el noticiero». Era la imagen de Lucía Sandoval sumida en llanto desde el Juzgado de San Lorenzo. Sus lágrimas tenían una justificación valedera: su libertad.
El 7 de febrero de 2011 la vida de Lucia cambió rotundamente. Minutos de desesperación, confusión y un disparo de por medio la dejaron tras las rejas por 3 años y 6 meses.
Días antes de esta trágica fecha, ella realizó una denuncia por violencia intrafamiliar. De ser la víctima, paso a ser victimaria. Supuestamente Lucía en un forcejeo disparo contra Huber Martínez, su marido.
Esta madre de dos menores de edad, durante años escuchó promesas de amor, pedidos de disculpas y hasta flores después de los golpes. Lo cierto es que ese miércoles 27 de agosto un Tribunal de Sentencia marcaba nuevamente un precedente en la justicia. Mientras que la Fiscalía pedía 25 años de condena, la querella solicitaba 30 años.
Pasaron tres horas y a las 13: 40 ese Tribunal expuso el por qué de la absolución de culpa y pena. Cientos de preguntas rondaban mi cabeza en todas las entrevistas que le hicieron a Lucía. Cuando la abogada de la querella María Inés Candía la juzgaba pensaba ¿qué hubiera pasado si era Lucia la victima? ¿Cuántas mujeres pasan por esta misma situación o aún peores? ¿Hasta qué punto fueron manipulados sus hijos?
El nombre de Lucía Sandoval ya queda para la historia de la justicia paraguaya. Como en pocas ocasiones, organizaciones de Derechos Humanos se unieron en una sola voz. Sin dudas Lucía será una luz para tantas mujeres que viven en la oscuridad del maltrato, tapando el moretón de un ojo con maquillaje o tratando de justificar la violencia para estar al lado de los hijos o por otros motivos. La consigna de las mujeres maltratadas es denunciar pero la de nuestras autoridades darle el seguimiento y así evitar otras muertes inocentes.
Lucía pudo haber recibido una corona de flores en la puerta de su casa, pero ella decidió cambiar la historia, defenderse. Quizás el tiempo perdido con sus hijos va ser difícil recuperar pero su libertad le permitirá seguir con la cabeza en alto, hasta reconquistar ese espacio con los seres que tanto ama.
Les dejo la frase de la mamá de Lucía, una mujer que llegó desde el campo y en nuestro dulce idioma guaraní decía esto: “Che chemboriahu ha naimo’ai oitaha justicia ko paraguaipe. Agradeceterei enterovevape, avy’aiterei» (Soy pobre y no pensé que habría justicia, les agradezco a todos).