Escasez de hierbas medicinales en Paraguay

  •  Paraguay, un país con un enorme consumo de plantas medicinales en su ubicuo mate, conocido como tereré, sufre la escasez de algunas hierbas de uso milenario por sobreexplotación, algo que intenta remediar un proyecto que busca convertirlas en un cultivo rentable.

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    Actualmente no hay plantaciones comerciales de esas especies en Paraguay, sino que los mercados urbanos se abastecen únicamente con la recolección de especímenes salvajes en el campo, según el ingeniero agrónomo estadounidense Dale Helm, quien vive en el país suramericano desde hace 19 años.

    «Hay muchos remedios que ya no conseguís», dijo Hugo César Franco, de 40 años, que vende yuyos, como se les llama en Paraguay a las hierbas medicinales, desde hace 18 años en una plaza del centro de Asunción.

    «Por el campo ya no hay más», añadió Franco, quien dijo que ha aumentado el precio de las especies que escasean.

    «Se están extinguiendo por la extracción», explicó Helm.

    Junto con su esposa paraguaya, la ingeniera de ecología humana Ana Giménez, el estadounidense impulsa un proyecto para recuperar especies que ya usaban los indígenas antes de la llegada de los españoles, así como otras hierbas aromáticas introducidas a Paraguay.

    Uno de los inconvenientes es la falta de estudios sobre cómo cultivarlas, según Helm, que usa el método infalible de probar qué funciona y qué no, en una parcela en la localidad de Villeta, a unos 35 kilómetros al sur de Asunción.

    De este modo plantó inicialmente a sol abierto macela (llamada jatei ka’a en guaraní y cuyo nombre científico es Achyrocline), considerada un antiinflamatorio, y perdió un 80% de las plantas, tras lo cual las sembró en sombra. «Pruebo las condiciones para cultivarlas bien», aseveró.

    Helm cree que ese tipo de plantas tiene potencial económico, debido a la demanda de los paraguayos para llenar sus tererés, la bebida de mate que toman con agua fría, y de otros países de gran consumo de infusiones, aunque calientes, como Argentina y Uruguay.

    El ingeniero indicó como ejemplo que 50 plantas de carqueja, otra de las plantas que escasean en los mercados, pueden generar una cosecha de 42 kilogramos, según su experiencia.

    Esa hierba, conocida en Paraguay por su nombre en guaraní, jaguareté ka’a (su nombre científico es Baccharis), es empleada por sus propiedades digestivas y hasta afrodisíacas.

    Helm y su esposa han presentado una propuesta al Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide), que administra recursos obtenidos por Paraguay por la venta de energía eléctrica a Brasil, para poner en marcha un proyecto a mayor escala para estudiar los métodos de cultivo y capacitar a pequeños productores.

    La Universidad Nacional de Asunción (UNA) participaría en la iniciativa realizando el análisis químico de las plantas, explicó.

    Otra de las cuestiones que se plantea Helm es el uso de plantas aromáticas como insecticidas naturales para proteger los cultivos de verduras.

    Entre sus experimentos está colocar albahaca, menta, romero y ajenjo junto con tomates, lo que según él evitó las plagas que atacaron a plantaciones cercanas sin el uso de ningún producto químico.

    En su parcela también cultiva la cangorosa, empleada como analgésico y que las mujeres guaraníes ingerían como anticonceptivo (Maytenus ilicifolia), otra planta que escasea actualmente en Paraguay, según Helm.

    Se trata de un arbusto que sólo da su primera cosecha tras tres años, por lo que tiene que ser plantado junto con otras especies que producen desde el principio para garantizar un ingreso al agricultor, explicó.

    Helm también cuenta con yaguarundi (Piper fulvescens), un antimicótico; tapekue (Acanthospermum australe) y cola de caballo (Equisetum), dos diuréticos; y batatilla (Pfaffia glomerata), también llamada «paratodo», al que se atribuye estimular el apetito, entre otras propiedades.

    Se trata de usos tradicionales, en la mayoría de los casos no respaldados por estudios científicos.

    Esas plantas eventualmente acaban en los morteros de los vendedores ambulantes de hierbas para tereré, los yuyeros, que apostados en las esquinas de la ciudad permiten que sus compatriotas disfruten de su bebida favorita con su dosis de medicina natural. EFE/César Munoz Acebes

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