Conmovedora reflexión de historiadora paraguaya

  • No me enseñaron que los senos o la vagina son partes que merecen la misma atención que el cabello largo, que los brazos, que la cara, y que de ellos se puede hablar como quien habla de las sombras, de la técnica de ponerse pestañas postizas o del último zapato taco alto (no he gastado 400 mil en un par de zapatos sin saber que una mamografia no es lo adecuado para exámenes de seno de menores de 40 años, verdad?).

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    Ana Barreto Valinoti es una de las pocas mujeres que se dedican a la historia de la mujer en Paraguay. Hoy, da pelea al cáncer actualmente en Sao Paulo, Brasil.  Pese a la dura batalla que hay que dar a esa enfermedad, sus lúcidas reflexiones nos dan herramientas para pensar sobre la necesidad de replantear la educación. Reproducimos aquí su reflexión en el marco de Día Internacional de la Mujer:

     

    Fotografía publicada por Ana Barreto en su perfil del Facebook con la reflexión.

    Fotografía publicada por Ana Barreto en su muro del Facebook con la reflexión.

    Es verdad que el 8 de Marzo celebra las luchas de las mujeres por el derecho a la igualdad dentro de la sociedad, y que quizás para esta pequeña reflexión existan otras fechas.

    Pero desde la publicitada noticia de la propuesta al premio nobel desde una conversación espontánea del papa Fracisco, y tomada muy en serio y “oficialmente” por el Paraguay, me he preguntado que habría que celebrar estas semanas que van desde las ultimas de Febrero (día de la mujer paraguaya) hasta estas (día internacional de la mujer)

    Y digo que quizás la fecha no sea más apropiada, pero a mi entender, encierra un gran problema de igualdad: desde niñas, disculpas, -mejor hablaré desde mi historia de vida-. Desde niña, en la escuela, no me enseñaron a que mi cuerpo no guarda tabúes, que mi cuerpo no esconde lugares “obsenos” “secretos” “groseros”. En la escuela no me enseñaron que los senos o la vagina son partes que merecen la misma atención que el cabello largo, que los brazos, que la cara, y que de ellos se puede hablar como quien habla de las sombras, de la técnica de ponerse pestañas postizas o del último zapato taco alto (no he gastado 400 mil en un par de zapatos sin saber que una mamografia no es lo adecuado para exámenes de seno de menores de 40 años, verdad?).

    Digo esto, porque cuando una mujer pasa por el diagnóstico y tratamiento de un cáncer tan cercano a la esencia femenina, una se da cuenta que desde la escuela –y no siempre desde la familia- debería venir una educación integral: desde niñas deberían enseñarnos a palparnos los senos, a conocer nuestro cuerpo, a observar sin vergüenza nuestras vulvas y reconocer cada centímetro en ella, para así, conforme nuestros cuerpos de niñas van tomando las formas femeninas gracias a las hormonas, cualquier cambio sea rápidamente percibido. 

    Es probable que alguna, alguno diga “sus padres debían haberle hablado”, yo también me dije lo mismo, hasta que conocí otras mujeres que pasaban por el mismo tratamiento, y mujeres fuera y dentro del país, de 60 y de 28 años, con padres sin padres, religiosas y no tanto, y entre mujeres que se educaron en mejores colegios, y aquellas que apenas terminaron la primaria, la diferencia que existe entre sobrevivir o no, es apenas el tiempo en que “la ella” se dio cuenta que algo no estaba bien.

    Y en una enfermedad que no perdona días ni semanas ni meses. En una enfermedad que no reconoce belleza ni hijos ni historia de vida, es fundamental el conocimiento sin tabúes del cuerpo. Mientras el cáncer de útero y el cáncer de mamas sigan siendo en el Paraguay los verdugos número 1 de las mujeres, habría que seguir preguntándonos que tanto las mujeres accedemos a información que nos salve la vida.

    Vos mujer, ¿que tenés que celebrar hoy?

    Por si te interese saber más acerca de quien es el cáncer y qué le puede hacer a tus senos: www.thescarproject.org

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