A usted, futuro presidente electo

  • A usted me dirijo.

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    Sin un entendimiento profundo en política y sin pretensión alguna de analizar el escenario electoral (para eso están los expertos), me gustaría dirigirme a nuestro futuro presidente electo, con algunos pedidos y unos cuantos sueños.

    Pueden ser los mismos que los de miles de paraguayos o pueden ser solo los mismos anhelos de unos pocos. Pero si yo pudiera sentarme a tomar un café o una cerveza con el señor presidente querría que me escuche y que tome nota.

    Yo, por mi parte, lo escucharía para aprender a dimensionar la dificultad de ser el líder de un país tan castigado. Quién sabe, quizás él se muestra fuerte y seguro, pero en el fondo se pregunta si será capaz de asumir el más grande de todos los desafíos.

    Tal vez me entere de que como yo también necesita que crean en él, más aún porque en su caso la responsabilidad es inmensa y lo ubican bajo una lupa gigantesca, en donde todos sus triunfos y sus fracasos se magnifican y pueden cambiar, literalmente, el rumbo de la historia.

    Lo primero que se me ocurre pedirle es que cuando se dirija a la gente lo haga con calidez, confianza, serenidad. No hacen falta gritos, frases populistas ni grandes promesas que parezcan imposibles de cumplir. Que no busque los vítores de las masas enardecidas, para engrandecerse frente a sus adversarios. Mejor si habla como un ciudadano comprometido, preocupado y dispuesto a entregar todo su conocimiento y los de sus colaboradores para que el Paraguay, que de seguro ama tanto como yo, vaya caminando para adelante y no repitiendo sus pasos equívocos del pasado.

    No son necesarios los discursos mesiánicos, solo quiero un poco de honestidad.

    Luego, quisiera pedirle que ocupe muchas horas de su tiempo a la niñez, porque cuando él y yo ya no estemos, son los que hoy recién nacen quienes van a tener que seguir construyendo el país.

    Cuando llore quisiera que sea de tristeza y frustración porque en tan poco tiempo no puede ayudar a todos los niños que hoy viven en entornos violentos, sin posibilidades de acceder a una buena educación o a todos los alimentos que permiten su completo desarrollo para ser una persona con un futuro no solo prometedor, sino que posible.

    Sería ideal que los viera como sus propios hijos y que la impotencia lo lleve a intentar hasta lo imposible para cambiar la realidad actual, a una mejor. Tampoco quisiera que se olvide de las personas de la tercera edad, nuestros padres y abuelos, los que nos dieron la vida, los hacedores de historia, que llevan testimonios invaluables en cada arruga. Nadie quiere morir, pero siempre la idea del fin es un poco más reconfortante si la vida se va apagando con dignidad y lejos del olvido y la indiferencia.

    Así como no soy experta en política, tampoco sé mucho de asuntos económicos. Sin embargo, NO quisiera ver sueldos inflados a
    senadores y diputados, mientras los maestros siguen cobrando sueldo mínimo o menos, trabajando en condiciones adversas y crueles, dentro de escuelas que apenas parecen sostenerse sobre sus cimientos.

    Le ruego que no favorezca a sus hijos, sobrinos, vecinos o amigos para acceder a puestos de trabajo cuando hay tantas personas capacitadas y talentosas que tras invertir dinero y mucho tiempo en capacitarse deben soportar que las puertas les golpeen las narices. Que los suyos aprendan el valor del trabajo duro, sin favoritismos.

    Entiendo que en materia de ciencia y de tecnología estamos todavía muy atrasados, en comparación, incluso, a varios de nuestros vecinos. Sería ideal que en Paraguay tengamos más y mejores espacios para la investigación y la creación de herramientas que nos ayuden a combatir la pobreza, la ignorancia y el rezago.

    Le ruego que combata con uñas y dientes la corrupción en el campo. Después de todo seguimos siendo una nación primordialmente agrícola y ganadera, con un suelo rico y fértil capaz no solo de abastecernos como país, sino también de dar alimento a muchos otros países a través de la exportación.

    Si no es mucho pedir, sueño que mientras se trabaje el campo se cuide el medio ambiente. De nada sirven los esfuerzos si sometemos la tierra a la irresponsabilidad de la explotación y la contaminación. No habrá suelo que cultivar con nuestros recursos enfermos.

    Tampoco hay oportunidades sin salud. Es absolutamente desgarrador pensar que hay compatriotas muertos a causa de no
    haber tenido si quiera la mínima chance de acceder a un cuidado médico o que su única oportunidad fue deficiente. Médicos, enfermeras, hospitales, insumos y transparencia son urgentes, así que en lugar de gastar en armas, sería mejor gastar en remedios.

    Por otra parte, si alguna vez se siente tentado de tomar algo que no es suyo, piense dos veces. Piense en su familia y en cómo quiere que lo recuerden, no se olvide que su gestión quedará en los libros de historia, piense a qué le gustaría que asocien su nombre.

    Imagine la impotencia de esos paraguayos que no saben cómo llegar a fin de mes. De seguro en una posición de tanto poder las tentaciones y las presiones son muchas. Pero deténgase un momento y repose en quiénes no hurgan adentro de su bolsillo para sacar un beneficio propio y egoísta.

    Si bien tengo muchos otros pedidos, le haré solo uno último, y es que fomente la igualdad de derechos y obligaciones para todos los paraguayos. Una sociedad se construye entre todos y esto incluye a las minorías. Los indígenas, los homosexuales, los judíos, los musulmanes, los budistas, los ateos, los discapacitados. Por favor escúchelos, respételos, ábrale las puertas, hasta si puede inclúyalos dentro de su gobierno como autores relevantes para que quienes son como ellos sientan que tienen una figura visible que los representa y los entiende.

    Con su comportamiento compasivo dé el ejemplo, porque sobre la base del odio y la discriminación no se puede construir. No tema las críticas. Muchas personas van a condenar sus posturas inclusivas porque temen todo lo que es diferente.

    Solo recuerde que al final del día todos queremos lo mismo: amor, libertad, paz, oportunidades, familia y amigos que nos apoyen, felicidad y un país del cual sentirnos orgullosos y que deje espacio para la esperanza de que se puede mirar hacia adelante con ojos optimistas.

    Queremos apoyarlo… usted demuéstrenos que es posible creer.

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