- diciembre 27, 2013
Quizá la vorágine de la Navidad y la compra de regalos y más regalos no nos deje analizar qué es lo más conveniente para los pequeños de la casa. El equilibrio entre juguetes clásicos y tecnológicos, es la clave
Son cifras medias pero los niños pasan cerca de cinco horas diarias delante de las pantallas: tele, ordenador, móviles, tabletas… ¿Los juguetes “modernos” han comido el terreno a las canicas, las chapas o las casas de muñecas o se han aliado con ellos? ¿Debemos pedir a los Reyes Magos más peonzas y menos videojuegos para los peques o estamos demonizando a las pantallas?
Nos ayuda a resolver estas dudas Gustavo Lorenzo, doctor en Medicina y Cirugía, profesor asociado de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid); especialista en Neurología Pediátrica y responsable de la Unidad de Neurodesarrollo de Neurología Infantil del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
-Los juguetes son para divertir pero también para aumentar las capacidades físicas, de coordinación y para desarrollar mecanismos intelectuales ¿Debemos tener esto muy presente a la hora de elegir un juguete?
Sí, sin duda. Es un instrumento lúdico pero tiene la finalidad de fomentar el aprendizaje, ya sea motor o cognitivo. Hay un exceso, no ya de juguetes, sino en general de dar demasiado a los niños. Ahora parece que todo se arregla con un regalo y eso no es positivo para el niño; no valoran lo que tiene. Hay que tratar de ser prudentes. No por más regalos se es mejor padre.
-Todos tenemos en la cabeza un anuncio de la televisión con un niño entusiasmado con un palo. ¿Es el otro extremo?
Tampoco es necesario algo tan simple como el palo. Hay una situación mejor que hace 30 años, se puede buscar el equilibrio. No hace falta regalar una caja de cartón y un palo porque los niños se relacionan y comparan y comparten; eso es complicado para los padres. Cuando un niño baja a la calle con pocas cosas frente a otro niño en la situación contraria, se siente mal. No es cuestión de hacerle veinte regalos o los más caros, hay que aplicar la lógica. Eso, a veces, es más difícil de explicar que hacerle un regalo caro.
-Las pantallas lo ocupan todo. Vamos a generalizar hablando de vídeojuegos ¿son dañinos para el niño?
No se puede decir que sean malos, el problema es de calidad y de cantidad. Hoy en día, la tecnología que hay a disposición, no ya de los niños, sino de los adultos ha cambiado notablemente. Yo tuve que aprender a manejar un ordenador cuando hacía mi especialidad.Hoy en día me es imposible trabajar sin un ordenador.
¿Qué le pasa a un niño? Que nace en un mundo en el que la tecnología está a su alcance. Lógicamente, forma parte de su desarrollo, con lo cual el vídeojuego es una introducción a este tipo de tecnologías.
El problema viene por la cantidad, si solo tiene vídeojuegos queda cojo de muchas cosas y luego, por la calidad: no todos tienen la misma calidad. Unos están pensados solo para entretener o buscar que se venda, pero si buscamos aquellos que tienen un fin más didáctico, sería muy positivo.
-Es necesario, por tanto, buscar sinergias.
Hay que compaginar las nuevas tecnologías con el juguete clásico porque se conseguirá el máximo desarrollo de las cualidades del niño, estando preparado para el mundo al que se va a enfrentar
Las nuevas tecnologías aportan muchísimo, internet ha abierto la información. ¿Quién no tiene un móvil con internet? Lo que no podemos hacer es dejar un teléfono con internet a un niño y no interesarnos por lo que está haciendo.
-Todo ello ayuda a su desarrollo, jugar es en definitiva aprender.
Los niños siguen patinando, haciendo deporte….hacen cosas clásicas. Hay que aportar los vídeojuegos en una pequeña medida. Los deportes y juegos clásicos mejoran el tema motor; los vídeojuegos ayudan a una motricidad fina, capacidad visual.
-¿Cuánto tiempo se le puede dejar a un niño a diario delante de una pantalla?
No pueden estar cinco horas al día jugando con una pantalla, media hora es suficiente y entre semana cuando hay que estudiar no pueden jugar y racionalizarlo al fin de semana.
Existen estudios que explican cómo con media hora diaria, del uso de vídeojuegos, dos meses han visto cambios cerebrales. Cuando realizas un trabajo cerebral estás haciendo sinaptogénesis, es decir, creando uniones cerebrales.
Se demuestra que hay diferencia entre los que juegan y los que no, de manera que los que han jugado el vídeojuego de esa manera, han incrementado esas áreas cerebrales, has tenido para ello que crear en tu cerebro unos circuitos que te ayudan a mejorar.
-¿Y cómo llegan las adicciones a las pantallas?
En un vídeojuego vas aprendiendo; a veces un niño con media hora no tiene suficiente para dominarlo y por eso se engancha, porque quiere conseguirlo y necesita más tiempo; ahí es donde está la necesidad de limitarlo y evitar que le enganche.
-La adicción a las pantallas es un mal nuevo; la prevención sería lo mejor pero en muchos casos ya tenemos el problema, en jóvenes y en adultos también ¿Qué hacemos?
Lógicamente, hay que restringirlo. No todos son igual de susceptibles a las nuevas tecnologías, a engancharse pero eso no lo sabes cuando empiezas. El problema es que muchas veces te enganchas sin darte cuenta, pero un niño tiene un adulto al lado que debe limitarlo.
No se puede quitar internet pero sí controlar qué hace en internet. La red tiene más ventajas que inconvenientes; vamos a cambiar: antes vigilábamos que nuestro hijo saliera a la calle y no le pillara un coche con la bici y ahora además de eso, hay que vigilar las nuevas tecnologías.
-¿Qué le pedimos a los Reyes Magos?
Equilibrio. Debemos pensar que los juguetes clásicos pueden ser tremendamente instructivos, cualquier actividad deportiva es fenomenal y no negarnos ante la posibilidad de que si el niño tiene una máquina o una tablet pueda tener un juego instructivo, que los hay; le pueden ayudar a mejorar y desarrollar otros aprendizajes: compaginar lo físico con lo mental sería la clave.
Efe/ Mariola Agujetas
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