- diciembre 14, 2013
Aunque no muy conocido, la Navidad tiene su lado psicológico. ¿Sabía que las mujeres son más diplomáticas que los hombres al recibir un mal regalo de la pareja, o que la decoración navideña exterior nos hace parecer más sociables? ¿Conoce que hay casos de adicción a las luces?.
«Los regalos son uno de los grandes protagonistas de las fiestas navideñas, aunque a veces `van mal´ y pueden convertirse en una situación sin salida», explica el psicólogo británico Jeremy Dean, autor del blog psicológico PsyBlog, en una pequeña revisión de publicaciones científicas titulada «The 12 Psychology Studies of Christmas».
«Suponemos que las personas cercanas a nosotros nos conocen lo suficientemente bien como para llevarnos buenos regalos. Así que cuando llega un mal obsequio éste tiende a reflejar una cierta pobreza en la relación», señala Dean.
Sin embargo, según este experto, los hombres y las mujeres parecen tener diferentes mecanismos psicológicos para hacer frente a los regalos pobres o inadecuados, y reaccionan de forma distinta a corto plazo, ya que ellas fingen que el obsequio recibido es justo lo que siempre han deseado, mientras que ellos son más propensos a decir lo que de verdad piensan.
El estudio «The Gift of Similarity: How Good and Bad Gifts Influence Relationships», dirigido por la doctora Elizabeth W. Dunn, de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, consistió en dos experimentos, en los que participaron estudiantes universitarios, que estaban involucrados respectivamente en relaciones de amistad y de pareja.
Según este estudio, la diferente reacción ante los regalos podría deberse a que, cuando mantienen una relación sustancial con otra persona, las mujeres tienden a protegerse contra una «amenaza potencial» en esa relación. Así, si de parte de la pareja o amigo recibe un regalo que considera inapropiado, ellas dirán que le gusta y que es fantástico, aunque piensen lo contrario. Ellos, por su parte, no hacen ese esfuerzo de diplomacia, y dirán habitualmente que no les ha gustado el obsequio elegido por la pareja y, por extensión, su relación.
No obstante, Dean remarca que estos estudios son a corto plazo y, probablemente, solo representan la primera reacción instintiva en cuanto hombres y mujeres, mientras que a largo plazo es probable que la historia sea la misma para ambos sexos. Es decir, que los malos regalos terminen dañando la relación, al hacer que uno perciba que el otro se ha alejado de su corazón y no es ese «alguien que realmente te entiende y sabe lo que te gusta».
EL LADO SOCIAL DE LA DECORACIÓN.
Otra investigación, denominada ‘Inferences about homeowners’ sociability: Impact of christmas decorations and other cues’ y liderada por Carol M. Werner, del Departamento de Psicología de la Universidad de Utah (Salt Lake City, EE. UU.), sugiere que las decoraciones navideñas que ponemos en el exterior de nuestras casas hacen que otros piensan que somos más sociables y que quizá estemos más integrados en la comunidad y sus actividades sociales.
El estudio, en el que un grupo de participantes observaron una serie de fotografías de casas y calificaron a sus residentes como «sociables» y «no sociables», indica que las personas perciben los adornos de Navidad colocados en los patios delanteros y las fachadas de las viviendas, como una señal de que sus ocupantes son personas amables, activas y abiertas, y que están cohesionadas con su comunidad.
Este trabajo, publicado en el «Journal of Environmental Psychology», también sugiere que quienes viven en las casas adornadas pueden utilizar la decoración exterior navideña como una forma de comunicar su accesibilidad a otros vecinos y, posiblemente, para integrarse en la vida social del vecindario.
Sin embargo, como advierte el psicólogo Jeremy Dean, no hay que exagerar con la decoración, ni caer en la denominada «adicción a la iluminación navideña»…
El psicólogo estadounidense John Grohol, fundador y director del portal ‘Psych Central’, se pregunta en su informe ‘Christmas Lighting Addiction’: ¿por qué algunas personas parecen volverse un poco locas con la cantidad de luces y pantallas luminosas que ponen en sus casas y jardines?.
Según Grohol este fenómeno creciente es casi exclusivamente estadounidense y se ha convertido en una adicción conductual “en toda regla” para algunos individuos.
Para entender este comportamiento, según este experto es útil observar algunas de las características de las personas que ponen «un millón de luces» en sus casas, ya que “este fenómeno se encuentra con mayor frecuencia en los suburbios y en las granjas de la clase media americana estadounidense”.
LUCES, AROMAS Y MÚSICA: ¡SORPRESAS!.
Para este psicólogo, la raíz de este problema podría radicar en que en EE. UU. las luces de Navidad son muy baratas y vienen en paquetes de grandes cantidades, y en que esta gente se aburre en sus “casas de aspecto similar a las de los demás”, por lo que buscarían llamar la atención, con el pretexto de celebrar las fiestas.
Asimismo, según Grohol, algunas personas son lo que en términos psicológicos se denomina «buscadores de atención» e iluminar sus casas masivamente en las fiestas, es una manera semianónima y sencilla de captar un montón de atención por parte de la comunidad local sin necesidad de disponer de grandes habilidades.
Abetos navideños, comidas, velas, chocolates, inciensos… Estos y otros elementos característicos de la Navidad desprenden aromas inconfundibles…¡y a veces con efectos insospechados!.
De acuerdo a otro estudio, reseñado por Jeremy Dean, la música de Navidad, que suena durante semanas y por todas partes, interactúa con los olores típicamente navideños para estimular nuestras actitudes favorables hacia las tiendas y aumentar nuestra propensión a visitarlas.
El estudio se denomina ‘It’s beginning to smell (and sound) a lot like Christmas: the interactive effects of ambient scent and music in a retail setting’, y su primer autor es Eric R. Spangenberg, de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del Estado de Washington, en Estados Unidos.
Según este trabajo “mientras que la investigación existente sugiere que los estímulos olfativos y musicales pueden influir en las percepciones y comportamientos de los individuos, los efectos combinados o interactivos de estas señales ambientales no se entiende bien”.
Para dilucidar esta cuestión, los investigadores utilizaron estímulos asociados con la temporada de vacaciones navideñas, explorando los efectos conjuntos del aroma y la música presentes en el ambiente de una tienda, de su entorno y en relación con las mercancías que dicho comercio ofrece de los consumidores.
El trabajo estadounidense concluyó que, en general, las evaluaciones de los consumidores respecto de estos tres parámetros son más favorables cuando los aromas propios de la Navidad están combinados con la música navideña, que cuando están ausentes estos dos estímulos.
Daniel Galilea.
Efe Reportajes.-