Al conjunto de emociones que supone recibir un diagnóstico de cáncer se suma una elección personal, comunicarlo o no. Un dilema en el que los expertos desaconsejan ocultar la enfermedad al entorno más cercano mientras que, en el ámbito social, la información se ve obligada a enfrentarse a las connotaciones y estigma asociados a la palabra cáncer.
Tras conocer la enfermedad del cáncer, el paciente entra en un proceso emocional en el que se suceden o alternan la incredulidad, el miedo, la tristeza, el enfado y la aceptación. Este cóctel de emociones puede dificultar un análisis racional sobre a quién, cómo y cuándo comunicar.
Estas decisiones personales requieren ser abordadas de manera diferente según se trate de la familia, amigos o compañeros de trabajo. Sin embargo, en estos tres círculos sociales, el lenguaje tiene que combatir el temor y el estigma asociados al cáncer.
La estigmatización que ello genera puede dificultar una comunicación que, al principio,se desarrolla “de manera contenida, informando con miradas”, señala Carmen Sánchez-Garrido, quien fue diagnosticada en 2013 de mieloma múltiple, un tipo de cáncer hematológico.
La familia, un apoyo fundamental
Una vez asentadas las primeras emociones, el paciente puede centrarse en aquellos aspectos que puede controlar. Ello le permitirá diferenciar a quién, cómo informar y qué esperar de cada persona. Tres aspectos comunicativos que varían en función de cada tipo de cáncer.
“Cuando el entorno no sabe manejar la información se pueden producir malentendidos como la percepción de rechazo, si el familiar se aleja para no agobiar al paciente”, señala la psicooncóloga.
Por ello, llevar la enfermedad en secreto puede deteriorar al paciente con un aumento de su angustia y a su entorno más cercano, que puede sentir no haber apoyado suficiente a su familiar enfermo.
Para que la patología no afecte a la relación de pareja es necesario abordar la comunicación en ambas direcciones, que el paciente muestre qué espera de su pareja y que esta conozca el proceso emocional generado por la enfermedad. Para ello es necesario:
- Comprender los altibajos.
- Tener paciencia.
- Apoyar sin imposiciones sino con preguntas: ¿puedo ayudar?
- Compartir emociones.
- No intentar disimular.
En este ámbito, la psicooncóloga Bresanello aconseja explicar la verdad con un lenguaje adecuado a cada edad y, si se nombra la palabra cáncer, acompañarla de información sobre su tipología.
Amigos y compañeros, un segundo nivel comunicativo
En estos dos círculos sociales, la menor cercanía personal con respecto al receptor, permite al paciente desarrollar un mayor control sobre la comunicación.
Ello puede suponer una liberación para elegir las personas a las que se quiere informar y determinar el momento adecuado, ya que se trata de un proceso que siempre se puede retomar.
n estos casos, es necesario dejar claro si esa persona puede o no transmitir la noticia y qué información puede contar. A pesar de todo este proceso, “la gente suele ser prudente y suele llamar al familiar más cercano”, afirma Carmen Sánchez-Garrido.
Toda esta comunicación puede ser facilitada al paciente mediante un apoyo emocional en el que no se añadan problemas o mediante la utilización de las nuevas tecnologías.
El control de la información puede ayudar a reforzar el apoyo familiar y a dominar aquello que se espera de amigos y compañeros de trabajo. El objetivo, como señala la paciente oncológica, es “recibir mucho apoyo, un calor que se aleja de la compasión caritativa”. Efe