- mayo 15, 2019
Nuestra lectora Helen Riveros nos escribió para compartir lo que sintió al perder a su pequeño bebé de 8 semanas. Esta es la carta de despedida que hizo Helen a ese pequeño ser que ahora habita los cielos:
Él se llamaba Noah. No llegó a nacer pero ya tenía nombre. No pude ver su rostro, ni sentir sus manitas o tocar su pequeña naríz. No logré ver el color de sus ojos ni a cuál de los dos se parecía más. El se llamaba Noah. Yo sabía que era un niño. No tenía forma de probarlo. Sólo lo sabía. Ya habíamos elegido cuna. Ya habíamos decidido un lugar más grande para vivir. Los tres. Ya habíamos discutido sobre lo que aprendería de cada uno y quién le ayudaría con la tarea. Ya le hablaba a la panza que todavía no crecía. Ilusiones. 8 semanas de embarazo y se detuvo. Su corazoncito ya no latía. Nadie lo sospechó. Nadie se dio cuenta. Vientre convertido en tumba. ¿Y si latía tan despacito que no se veía? Vamos, Noah, ayudá a mamá. Mostranos que están equivocados. Movete un poquito. Nada. La camilla me transporta a la habitación. Cuerpo inmóvil entregado a la medicina. Aguja clavada en la vena fina. Suero. Drogas para preparar el cuerpo. Contracciones. Hemorragia. Ironías. La vida se prepara para recibir a la muerte. Noche previa a la intervención. Oscuridad que carcome. Tristeza. Dudas. ¿Y si me hubiera hecho más ecografías? ¿Y si era muy pequeño y nadie se fijó bien? ¿Y si le damos más días para ver si evoluciona? ¿Y si estamos matando a mi hijo?
Abrazo antes de la separación. La camilla se dirige a la sala de operación. Él llora porque no sabe si voy a volver. Yo lloro porque volver sin Noah, no es volver. Habitación fría. Profesionales preparándose. Desnudos, cuerpo y alma. Parto que no es parto. Anestesia que golpea los pensamientos. Nada. Todo acabó.
Me dicen que soy joven y sana. Que vendrán más hijos. Consuelo de tontos. Yo te quería a vos. Dios sabe cuánto te extraño. Él te está cuidando. Portate bien y sé bueno. Hasta pronto, Noah.
Te ama, mamá