“Esto no es para mujeres…”, “No lo puedo hacer por la edad que tengo”, “Es imposible que lo logre si soy casada y con hijos”…estas frases nos indican creencias limitantes.
Una creencia es la interpretación que tengo de una situación o de mi misma que es tan firme que se convierte en mi verdad. Cuando la creencia limita mi capacidad de acción, se la llama limitante. Por otro lado, cuando me desafía y permite que accione hacia resultados que nunca antes conseguí, se denomina potenciadora.
Los esquemas en que vivimos están marcados por creencias que fueron verdades definida en algún momento por determinado grupo de personas. Por ejemplo, ¿quién definió que el lunes debería ser nuestro primer día laboral? ¿Quién determinó que la semana laboral debería tener entre cinco a seis días? ¿Por qué no menos? Así podríamos cuestionar un montón de situaciones de nuestra vida cotidiana. Pero, en realidad no necesitamos cuestionar todo, ya que las creencias generan un esquema de acción que permite cierta automaticidad y rutina (también favorable en nuestro día a día).
Sí es importante que revises las creencias que se relacionan contigo misma y con tu capacidad de acción:
- ¿Qué creencias limitantes tienes hacia tu persona?
- ¿Qué creencias limitantes tienes hacia el tipo de metas que podrías tener?
- ¿Cuáles de tus creencias están generando obstáculos hacia lo que deseas?
Basta que completes la frase:
- “No puedo hacer ……… porque creo que………….”
- “No me siento capaz porque yo………”
- “Esto es imposible para mí porque……..”
- “Si dejara de creer……………….,lograría lo que deseo”
El primer paso para debilitar una creencia limitante es darte cuenta que está allí.
Solamente haciéndola consciente podrás desafiarla, cuestionártela y cambiarla por una creencia potenciadora.
Lo bueno de las creencias es que están en tu vida por elección. Así que, si no te sirven, ¡las puedes cambiar!
