Con mucho agrado escucho con menor frecuencia personas que utilizan el castigo como método de enseñanza de sus cachorros, tanto gatos como perros. Los propietarios cada vez más se vuelcan al uso del refuerzo positivo (premios) para el aprendizaje de sus mascotas, y lo bueno es que se dan cuenta que les funciona mejor que lo antiguos métodos de castigo.
Pero veamos un poquito porque el castigo no es siempre exitoso.
Al entender, el popular castigo es una acción desagradable en respuesta a una conducta que no nos es para nada agradable por parte de nuestro perro o gato. Digo “popular” porque en etología el castigo se define de otra manera.
En primer lugar debemos saber que el único individuo capaz de realizar un buen castigo a un cachorro es su propia madre. Si, así es, vivan las madres, las madres si tienen permiso para castigar ¿por qué? porque ellas saben perfectamente en que momento justo y con qué intensidad someter a sus cachorros a un castigo, de manera que estos si aprenden algo de ello.
Por regla general los seres humanos queremos utilizar el castigo en cualquier momento. Pensemos en la situación de que llegamos a casa y encontramos que las planteras han sido “misteriosamente” vaciadas, la alfombra presenta rastros de un líquido un tanto oloroso, desagradable y que el control de la televisión ha explotado en mil pedazos. La reacción más común es la de gritar a la mascota (el gritar es un castigo verbal).
La mascota reaccionará al tono de voz y a la postura corporal del propietario, achicándose o escondiéndose. No comprenderá que es lo que ha hecho de manera inadecuada, simplemente se asustará. De manera a que cada vez que alces la voz tu mascota reaccionará de la misma manera, haya o no hecho algo malo.
Con esto les quiero recordar que tanto los perros y gatos son perfectos asociadores. De hecho es la única manera que aprenden. El aprendizaje de perros y gatos está basado en la asociación inmediata de la respuesta de su conducta. Por lo cual si nuestro perro ya ha orinado hace tiempo sobre la alfombra y ahora simplemente está sentado en el sofá mientras nosotros gritamos lo que podrá aprender es que “sentarse en el sofá por lo visto no es muy buena idea”.
Otra opción es que el perro si asocie que recibe castigo cada vez que realiza una acción que a sus propietarios no les gusta, por lo cual no realizara nunca más la conducta en presencia de su propietario por temor, pero cuando salgan unos segundos les aseguro que va a realizarlo sin ningún problema.
Aplicar castigo físico a un perro o gato puede definirse como maltrato animal si este no se aplica de manera correcta. A mi parecer, no lo utilicen porque la gran mayoría maltrata sin querer a su animal ya que no podemos medir la intensidad y no sabemos si le duele o no a nuestra mascota. También les recuerdo algo, puede que cuando su mascota es cachorro sienta dolor por la paliza dada con su mano, pero les aseguro que cuando su pitbull o pastor alemán tenga unos 40 o 60 kilos esa paliza les dolerá más a ustedes que a ellos, por lo cual tampoco les servirá de mucho.
Muchas personas creen que a un perro que demuestra signos de agresividad la única manera de “curarlo” es con castigo físico. Pues déjenme decirles que ¡no!. Estudios indican y por experiencia propia les digo que el castigo físico en un perro agresivo lo único que genera es mayor agresividad. Esto puede deberse a que toda la confianza que nuestra mascota tenía en nosotros ha desaparecido. El vínculo propietario-animal se rompe y este vínculo es muy difícil volver a componer.
En resumen el castigo es difícil de aplicarlo de manera correcta, por lo general provoca temor, dolor, agresividad y puede terminar con el vínculo que tenemos con nuestra mascota. Por lo cual les sugiero que no lo utilicen. El refuerzo positivo que les voy a comentar en el siguiente artículo presenta únicamente ventajas y tu perro o gato va a estar encantado de ser una buena mascota.