Convertir las hojas de piña en zapatos, bolsos o cazadoras puede valer a la española Carmen Hijosa uno de los prestigiosos premios Cartier para mujeres emprendedoras, por haber sabido buscar una alternativa sostenible al uso del cuero.
«Las mujeres emprendedoras tienen un espíritu rebelde, siempre se cuestionan las cosas», comenta a Efe la empresaria asturiana, que mañana conocerá si es galardonada.
A sus 62 años y tras haber superado hace solo uno su doctorado en textiles por el Royal College of Arts de Londres, ciudad en la que reside, Hijosa asegura que cuando te lanzas en un proyecto como el suyo «hay que tener una responsabilidad social y ecológica».
Con este objetivo, tras haber trabajado el cuero durante muchos años, se lanzó a la búsqueda de un material similar «que no dañara tanto el medio ambiente», rememora.
La Royal College of Arts le ofreció apoyo económico para financiar su investigación, que llegará al mercado en la próxima primavera.
La empresaria creó una firma de cuero cuando tenía tan solo 23 años con su entonces marido: «Era algo muy ‘hippie’, vendíamos pequeños bolsos en los mercados callejeros en Irlanda y trabajé en ella durante 15 años».
La compañía fue creciendo ya que «disponían de buenos productos» y de los mercadillos pasaron a vender a comercios de alto nivel, como los británicos Harrods.
Un salto que le llevó a ser consultora para el Banco Mundial, que la envió a diversos países subdesarrollados para compartir sus conocimientos.
Así fue como llegó a Filipinas con la misión de desarrollar un producto fuerte para la exportación y se dio cuenta de que «el cuero era de baja calidad o importado» y que el país era rico en «materias primas».
Durante su estancia en ese país descubrió fibras naturales exóticas como las que se obtienen de las hojas de la planta de la piña, «tan finas como un pelo», y se asoció con un empresario local que le ayudó a desarrollar la idea.
Incapaz de encontrar en Filipinas la maquinaria necesaria para dar el tratamiento industrial a su producto, Hijosa lo hace en una fábrica catalana.
Bautizada como Piñatex, la idea crea puestos de trabajo en Filipinas, gran exportador de piñas pero que no encontraba utilidad a las hojas de la planta, relata, orgullosa, la empresaria.
Marcas como la española Camper, la alemana Puma o la británica Ally Capellino, ya han desarrollado los primeros prototipos, mientras que otras de mayor tamaño, que Hijosa no nombra por cuestiones de «confidencialidad», se han mostrado interesadas.
El tejido, comenta la empresaria, se utilizará «no solo para bolsos o calzado, sino también para tapizar muebles» y ha creado expectación en las redes sociales entre un público que aguarda «una alternativa al cuero y a los productos hechos con petróleo».
Gane o no el «Cartier Women’s Initiative Award», creado en 2006, Hijosa ya ha logrado un gran triunfo al estar entre las finalistas.
Para ello ha superado la criba de 1.700 solicitudes y en una ceremonia mañana en Deauville, en el noroeste de Francia, sabrá si gana los 20.000 dólares (unos 17.500 euros), con los que está dotado el premio, además de un asesoramiento de expertos para un año y la visibilidad mediática que conlleva.
A la final, han llegado tres proyectos de cada una de las regiones, América Latina, Europa, América del Norte, África Subsahariana, Asia-Pacífico y Oriente Próximo-Norte de África. EFE