Solo uno de cada cinco niños sobrevivía al cáncer hace 50 años y en la actualidad más del 80 % logra vencer la enfermedad, debido no solo a la mejora de las terapias, sino también al refinamiento de las mismas que reducen los efectos secundarios, en muchos casos mortales para estos pacientes.
Así lo pone de manifiesto un estudio presentado hoy en la rueda de prensa oficial de la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), que reúne en Chicago (EEUU) a más de 30.000 especialistas en cáncer de todo el mundo, hasta el próximo 2 de junio.
El autor principal del estudio, el oncólogo infantil del Hospital de Investigación St Jude de Chicago Gregory T. Armstrong, expuso un análisis de 34.000 casos a partir de los cuales se constató una mejora de la tasa de mortalidad lograda en las últimas tres décadas.
A los 15 años del diagnóstico, la tasa de mortalidad se redujo de un 12,4 % a un 6 % por los avances en el cuidado de los menores enfermos.
Esas modificaciones disminuyeron el riesgo de mortalidad causada por los efectos posteriores del tratamiento oncológico pediátrico, así como la de nuevos brotes o enfermedades cardíacas o pulmonares.
«La modernización de la terapia oncológica probablemente ha sido el factor más importante en el aumento de la longevidad, pero también lo ha sido el diagnóstico, detección precoz y tratamiento de efectos posteriores, entre ellos la aparición de nuevos tipos de cáncer y de patologías cardíacas», dijo Armstrong.
Y es que la tasa de curación ha avanzado de manera paralela a la reducción en el número de muertes causadas por las complicaciones en el tratamiento.
No obstante, advirtió de que aún con la mejora y modernización de la terapia esos niños sobreviven con el riesgo de morir por efectos posteriores de esas dolencias cardíacas o de un cáncer secundario.
«Ahora no sólo ayudamos a los niños a sobrevivir el cáncer primario, sino que también hemos extendido su supervivencia al reducir la toxicidad general del tratamiento», detalló el oncólogo.
Además de los efectos secundarios, otro de los problemas que se entrometen en la lucha contra el cáncer infantil es que la mayoría de los nuevos fármacos que han desembarcado para tratar a los adultos no ha llegado a los niños.
Por ello, el coordinador de la Unidad de Ensayos Clínicos CNIO Hospital Niño Jesús de Madrid, Lucas Moreno, quien acudió a ASCO como participante del equipo que lleva a cabo un ensayo clínico internacional sobre un inhibidor del gen ALK en pacientes oncológicos pediátricos, apuntó la necesidad de trabajar en esta cuestión.
En declaraciones a un grupo de periodistas, Moreno señaló que los ensayos en los que trabaja esta unidad española, puesta en marcha hace dos años para impulsar la investigación y aplicación en el ámbito clínico de nuevas terapias contra el cáncer infantil, quieren contribuir a arrojar más luz en este aspecto.
A su juicio, es «una paradoja» porque los niños y los adultos no tienen los mismos tipos de cáncer, pero sí a veces las mismas alteraciones genéticas, y se creía que sólo se podían desarrollar los medicamentos pediátricos si había un cáncer parecido en adultos, lo que «dejaba muchos medicamentos en el camino».
«En cambio ahora sabemos que hay inhibidores desarrollados para cánceres de adultos que funcionan en los de los niños que tienen distintos tumores, pero las mismas alteraciones», destacó.
En España cada año 1.300 niños son diagnosticados de cáncer, una enfermedad que en los países desarrollados supone la primera causa de muerte por enfermedad en los más pequeños, pese a los avances en las técnicas diagnósticas y la mejora de la supervivencia lograda con nuevos fármacos. EFE