- mayo 22, 2015
Sin bares, ni discotecas, ni lugares donde hombres y mujeres solteros puedan legalmente estar juntos en compañía, a los jóvenes iraníes sólo es queda el recurso del «Dor-Dor», un elaborado y contaminante recurso para encontrar pareja ocasional que sortea la rígida moral de la República Islámica.
Un coche, un amigo o amiga y, en los últimos tiempos, la inestimable ayuda de un teléfono inteligente, son los ingredientes básicos para esta práctica que también requiere mucho combustible y una tolerancia absoluta para pasar horas y horas en un descomunal embotellamiento de tráfico.
Y es que el «Dor-Dor», que en persa significa algo así como «vuelta-vuelta», consiste literalmente en eso: encerrarse en un vehículo y dar vueltas durante horas casi a paso de hombre, calle arriba y calle abajo en un circuito establecido para mirar, ser visto e intercambiar palabras, mensajes y números de teléfono con otros participantes del ritual a través de las ventanillas del auto.
La práctica evita escrupulosamente el contacto directo entre personas de distinto sexo y excluye la posibilidad de quedar a solas, si bien también ofrece cierta intimidad y una buena excusa -estar atascado en el tráfico- ante cualquier pregunta indiscreta de las autoridades.
En las calles del norte de Teherán, donde abundan el dinero y los coches caros, es muy fácil encontrar el lugar de moda para el «Dor-Dor», y basta con fijarse en los rostros y la actitud de los conductores para saber si uno está en el lugar indicado.
Y es que esta práctica conlleva una puesta en escena digna de los locales nocturnos más de moda del mundo occidental, y tiene códigos internos impenetrables para el lego en la materia.
Las jóvenes iraníes salen a pasear en sus coches maquilladas como para ir de boda y manejan indolentemente tras la pantalla de unas omnipresentes gafas de sol último modelo, vestidas con sus mejores galas, escuchando música y charlando alegremente con su compañera de auto.
Los hombres, acicalados, afeitados y luciendo costosos relojes y otros accesorios de moda fáciles de observar desde la distancia, también se arrojan al tráfico mientras música electrónica o Enrique Iglesias, teóricamente prohibidos en Irán, atruena en los altavoces de sus vehículos.
«El juego es fácil. Uno ve un coche que le gusta, y se acerca. Las chicas van con la ventanilla subida. Los hombres no. Si las chicas bajan la ventanilla, es que le has gustado y allí comienzas a hablar. Se hacen bromas, se charla y se intercambian los teléfonos», explicó a Efe un joven teheraní que, como todos los que fueron consultados por este tema, no quiso dar su nombre.
Hace unos años, lo habitual era ver papelitos de papel volando de un coche a otro a través de las ventanillas, pero ahora las aplicaciones móviles han facilitado la práctica.
Una vez establecido el contacto, tanto hombres como mujeres buscan otro coche entre el tráfico y repiten la misma historia, así hasta acumular tres o cuatro «contactos» en una misma tarde.
«Luego, esa misma noche o uno o dos días más tarde, resta esperar a que las chicas se pongan en contacto con uno, y así se queda ya para otras cosas», añadieron las fuentes, sin especificar de qué otras cosas se trata.
Una joven consultada por Efe reconoció que estas «amistades» no son muy duraderas y pocas terminan en un romance de larga duración ni mucho menos en matrimonio, ya que cada uno «va a lo que va», si bien también descartó que el sexo, severamente penado fuera del matrimonio en Irán, aunque esté presente, sea el principal motor del «Dor-Dor».
«Es un entretenimiento, un juego. Vamos a pasar el rato, a reírnos y a mirar coches y a la gente, y mucha gente sale solo a eso», indicó.
La tarde-noche de los días festivos es el horario predilecto para el «Dor-Dor», y, en consecuencia, uno de los peores para enfrentarse al ya de por sí demencial tráfico de Teherán.
Sin embargo, ni las constantes paradas, ni los estacionamientos en doble o triple fila que a veces se producen durante el «Dor-Dor», ni la falta de atención que sus participantes prestan a la conducción, concentrados como están en buscar «amigos», parece molestar a los conductores inocentes que sólo pasan por allí y que tratan con mucha indulgencia a estos jóvenes.
«Y bueno, es el ‘Dor-Dor’, que se le va a hacer», apuntó a Efe con una sonrisa un veterano taxista atrapado en un infernal, pero en cierto modo romántico, atasco de Teherán. EFE