La última jornada de la Semana de la Moda siempre camina sobre seguro con Calvin Klein Collection, que hizo un quiebro rockero dentro de su minimalismo, y la veteranía de Ralph Lauren, que usó el tejido animal en todas sus fórmulas, y un tan hermoso como lóbrego desfile de Marc Jacobs.
El brasileño Francisco Costa, más de una décadadespués de haber asumido la dirección creativa de Calvin Klein Collection, guarda todavía riguroso respeto al minimalismo, incluso cuando apuesta por el rock, algo más que banda sonora para su colección.
“El minimalismo está siempre ahí porque tienes que tener la casa en mente, tenerle respeto”, dijo a Efe el diseñador, quien se ha inspirado en las polaroids que el fotógrafo Carlo Mollino hizo entre 1962 y 1973.
“Todo en esta colección consiste en las capas que se veían en ese trabajo de Mollino en los 60 y los 70. Si piensas en músicos como Lou Reed, que sabían ser ‘cool’ de manera minimalista, encontrarás el punto de partida”, asegura.
Costa arranca su propuesta para el próximo invierno con creaciones muy reconocibles: un juego de horizontalidad cuartedad en la que la armonía se rompe solo en los puños y los cinturones o, siguiendo la clara tendencia universal, unas pieles en jirones, a las que él da un efecto tubular.
Sin embargo, pronto comienzan a sonar los primeros acordes rock, los cueros y la hegemonía del negro.
Mujer osada
“Quizá la mujer esta temporada es más osada. Experimentamos con las siluetas, con las mini y las maxi, con botas que funcionan como una segunda piel. Es una colección más obvia, pero a su vez nada obvia”, matizó Costa.
Acostumbrada a deslizarse, sus modelos esta vez pisan fuerte, aunque sea solo a través de los detalles: aplicaciones metálicas que rompen la sencillez de un vestido negro o una única cremallera que cae casi como un colgante entre los pechos de la mujer. Además, los bolsos mini con gigantescas hacen lo que él llama “refinada paradoja”.
“Son las vibraciones que siento, lo que me dice la calle. La mujer se expresa más libremente, tiene más confianza en sí misma. Y la colección es muy sexy”, dice.
Para llegar ahí, Costa reconoce que ha seguido su patrón de siempre: el de modelar las siluetas y no escatimar en materiales.
“Hemos jugado con siluetas muy fuertes y con tejidos muy lujosos”, dice Costa, que además del cuero ha apostado por las lanas, la cachemira y el patchwork que crea esa sensación tan de la casa que es el non finito, protagonista absoluto de un llamativo abrigo blanco.
Otra apuesta segura de la Fashion Week en Nueva York para el broche de oro es Ralph Lauren, que volvió a ser infalible con un desfile de mujeres bellísimas que, aunque recorren diferentes inspiraciones en apenas ocho minutos, tienen como hilo argumental el inconfundible aroma de la clase alta.
El veterano diseñador convocó en su desfile a personalidades como Kanye West y apostó por romper el eje espacio-temporal.
Las épocas van desde una mujer prehistórica con sus marfiles y sus lanas no tratadas a una sofisticada reina de la noche en color champán. Todas ellas tienen un factor común: el animal como materia prima.
Pieles y plumas conviven en algunos abrigos estilo años 20, antes y cueros en los vestidos con un toque más colonial o incluso existe alguna referencia “cowgirl”.
Las lanas evolucionan desde ese paleolítico cuidadosamente deslavazado hasta el punto fino, la gasa y el chantillí de un hermoso palabra de honor.
Y es que la belleza femenina es, según el discurso de Lauren, lo único que ha existido y existirá siempre, incluso en la masculinidad de un traje de chaqueta de cuero o un esmoquin. Y el diseñador, atrapado también en un halo de eternidad, volvió a demostrar la firmeza de su pulso.
Considerado a su pesar ya una de las vacas sagradas de la Semana de la Moda, Marc Jacobs completó el trío de ases para la jornada de clausura con una deslumbrante colección llena de fantasía, en la que la mujer ejerce el papel de regalo envenenado, envuelta en tejidos plásticos y brillantes.
Jacobs hizo una suerte de ejercicio sincrético de lo que se ha ido consolidando como tendencia para el próximo invierno, pero con un plus de genio que deja un excelente sabor de boca en la que no ha sido la más destacable de las semanas de la moda.
El negro es el color con el que abre, como Alexander Wang, pero con una visión mucho más sofisticada y efectista. Rayas horizontales en charol alternadas con franjas de lana y guantes largos son suficientes para firmar el oscurantismo.
Le siguen opulentos vestidos brillantes, abrigos con hombreras que dibujan una mujer fascinante en su villanía, como esas malas de cuento que conquistaron al público. Y así, cuando llega el turno de las omnipresentes pieles, sus modelos parecen una Cruella de Ville del siglo XXI. Un cuento macabro con final más que feliz: ovación para Jacobs. EFE