París explora con Vivier y Chanel la línea entre prêt-à-porter y alta costura

  • En una Semana de la Moda de París dedicada al trabajo manufacturado y único de la alta costura también han tenido cabida diseños de producción limitada, pero destinados a venderse en tienda a una clientela que desee un prêt-à-porter más elaborado.

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    «Me parece importante tener esta cápsula extremadamente sofisticada, con un discurso extremadamente elevado, pero que a la vez sea una propuesta que se pueda encontrar en las boutiques», aseguró a Efe Bruno Frisoni, director creativo de la firma de calzado Roger Vivier.

    Este concepto de «demi couture», que se podría traducir como «media costura», permite a la casa crear una colección de pocos ejemplares por cada uno de los diseños, que combinan tanto la producción industrial como la elaboración artesanal.

    Sirva de ejemplo alguno de los pares de la colección que presentó Vivier en un «showroom» en la calle Faubourg Saint-Honoré, como el que recubrió el icónico talón curvo, denominado «virgule», con cristales Swarovski.

    «Siempre he tenido como objetivo intentar cambiar la fórmula de la alta costura para estar un poco más en la inmediatez», confesó el creador italiano que empezó su carrera con Jean Louis Scherrer y que ha estado diseñando accesorios para casas como Christian Lacroix, Lanvin o Yves Saint Laurent.

    Lo que le atrae de la alta moda es que «no tiene límites», mientras que de la producción industrial destaca que sea «más rápida», tanto en la fabricación como en la venta, puesto que la persona que quiera adquirir el calzado no necesita esperar a que se confeccione el modelo a su medida.

    En esta fina línea entre la atención personalizada y la generalizada, ¿se siguen tomando pedidos individuales? «Sí, lo hacemos muy de vez en cuando», sonrió Frisoni, quien matizó que es más frecuente que se decida adaptar alguno de los modelos a disposición.

    La riqueza de su colección se basa no sólo en unos diseños que recuperaron la herencia de uno de los zapateros más innovadores del siglo XX, sino en los materiales utilizados que, en esta ocasión, fueron la piel de cocodrilo o serpiente, el satén y el encaje.

    Otra de las claves para desarrollar este prêt-à-porter de lujo es contar con una historia que avale la firma, como en este caso el legado de quien calzó a la reina Isabel II de Inglaterra en su coronación, y de quien reivindica la autoría de los tacones de aguja y haber sido uno de los primeros en diseñar suelas compensadas y zapatos de plástico transparente.

    En una dimensión más amplia, Chanel también desarrolla su línea de media costura con su colección «Métiers d’Art», con la que la casa francesa rinde homenaje una vez al año al trabajo de sus talleres.

    En esta ocasión, Karl Lagerfeld creó una serie de diseños inspirados en la ciudad de Salzburgo, que fueron presentados en un desfile en el castillo de Leopoldskron a principios de diciembre, pero que la firma consideró necesario mostrar en la Semana de la Alta Costura de París, en el histórico apartamento de Coco Chanel de la calle Cambon.

    A pesar del esfuerzo artesanal que ha llegado a requerir 800 horas de trabajo en alguno de los diseños, estas creaciones se comercializarán en las boutiques de todo el mundo. Eso sí, a un precio que puede triplicar el de una prenda equivalente de prêt-à-porter.

    Una minifalda completamente recubierta de plumas, una camisa finamente bordada y un vestido de minuciosos volantes son algunas de las muestras del saber hacer y del tiempo que requiere esta colección semiartesanal.

    Este tipo de colecciones favorece que se colmen los impulsos de quienes no quieren esperar y, sobre todo, apelan a una clientela de rango elevado que quiere distanciarse del prêt-à-porter pero que a la vez tampoco puede, o quiere, permitirse un diseño de alta costura. EFE

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