Además de ahorrar energía eléctrica, ahora existe un motivo más para dejar la luz apagada, especialmente la de la habitación. Es que favorece la obesidad.
Según una investigación publicada en «American Journal of Epidemiology», dormir con luz prendida en la habitación podría favorecer la obesidad. Por ello si querés bajar o mantener tu peso, tendrías que considerar la idea de apagarla.
El estudio se realizó a 113.000 mujeres a las que se les solicitó evaluar la cantidad de luz en sus habitaciones y clasificarlas en cuatro categorías: suficiente para leer; suficiente para ver a través de la habitación, pero no para leer; suficiente para ver una mano colocada delante pero no para ver a través de la habitación, y demasiado oscuro como para ver la mano.
«Los investigadores compararon las respuestas con algunas medidas de sobrepeso y obesidad, como el índice de masa corporal, índice cintura-cadera y la circunferencia de la cintura. Y vieron que todos estos parámetros eran mayores en aquellas mujeres que dormían en habitaciones «más iluminadas», publica la web Salud Hoy.
El profesor Anthony Swerdlow, del Instituto de Investigación del Cáncer, dijo que «es el mayor grupo de personas en el que se ha observado una asociación entre la exposición reportada luz en la noche, el sobrepeso y la obesidad. Pero no hay pruebas suficientes para saber si hacer «oscurecer» el dormitorio puede tener consecuencias sobre el peso corporal».
Los investigadores creen que esta pueda estar interfiriendo el reloj biológico del cuerpo. En este sentido, el profesor Derk-Jan Dijk, del Centro del Sueño de Surrey (Reino Unido), dijo que no habría nada de malo en dormir con menos iluminación.
Supuestamente la exposición a la luz artificial después de la puesta del sol, es quizá el factor contribuyente más relevante al creciente problema de la falta de sueño de la sociedad moderna.
Las iluminaciones de la calle, relojes despertadores o los pilotos de los equipos de música o de la TV pueden alumbrar una habitación. A la luz del exterior se añade la presencia habitual de las de nuestro domicilio, a la que ahora se unen ordenadores, tabletas o celulares con pantallas que emiten una frecuencia de luz que es extremadamente perjudicial para que el organismo se prepare de forma natural para conciliar el sueño.