- octubre 23, 2014
La actriz Renée Zellweger reaparece muy cambiada debido a sus intervenciones de cirugía estética y reaviva el debate sobre los excesos de esta medicina.
La actriz Renée Zellweger reaparecía esta semana en la edición de unos premios que concede la revista Elle en Los Ángeles (EEUU) con un rostro muy transformado debido a las últimas intervenciones de cirugía estética a las que se ha sometido.
Sus pómulos, más marcados, la comisura de sus labios y hasta la expresión de sus facciones son visiblemente diferentes después de pasar por el quirófano. “Es otra persona, y ese nunca es el objetivo de la cirugía estética”, explica a Efe Estilo el doctor Miguel Chamosa, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre).
“Esa obsesión por cambiar constantemente el propio físico responde a una inseguridad de base”, dice Pérez Sevilla
La protagonista de las dos versiones cinematográficas de “El diario de Bridget Jones” se suma a una larga lista de famosas “que se han excedido” con el bisturí, como Jocelyn Wildenstein, Joan Van Ark, Donatella Versace, Priscilla Presley o Amanda Lepore.
Cirugía sí, pero con control
No se trata de condenar toda la cirugía, “solo sus excesos”, afirma la responsable de la Unidad de Medicina y Cirugía Estética Facial del Instituto Médico Láser (IML), Gema Pérez Sevilla, quien achaca el uso sin control de este tipo de medicina “a la presión social y a la falta de autoestima del paciente”, señala.
“Esa obsesión por cambiar constantemente el propio físico responde a una inseguridad de base; suele manifestarse en personas que se exponen demasiado al público y perciben que su imagen es vital para mantener su trabajo”, considera Gema Pérez Sevilla.
El cirujano “debe negarse” a practicar una operación si el paciente no es “candidato”, es decir, si supone algún riesgo
La toxina botulínica, por ejemplo, comienza a aplicarse en rostros cada vez más jóvenes, que aún no requieren de estos métodos para ralentizar el paso del tiempo.
Así, Miley Cyrus, Elsa Pataky, Lindsay Lohan, Lana del Rey o Cameron Díaz la han usado, mientras que naturales bellezas, como Meg Ryan, Nicole Kidman o Melanie Griffith tampoco se han conformado con su innato buen físico y se han permitido varios retoques, sobre todo en el rostro.
Otras, como Kate Winslet, siempre han renegado de las intervenciones quirúrgicas. La protagonista de “Titanic” prefiere las cremas para disimular con naturalidad las inevitables arrugas.
El cirujano, “que ante todo es un médico”, recuerda el doctor Michel Chamosa, “debe negarse” a practicar una cirugía si un paciente “no es candidato”, es decir, si el especialista considera que someterlo a una intervención puede suponer algún riesgo.
La importancia de la ética
“Operar a un niño con orejas de soplillo es lícito, porque se le ahorran traumas y la operación es sencilla”, opina Chamosa
“Los propios cirujanos debemos poner los límites y hacer acopio de toda nuestra ética frente a determinados casos”, recuerda Chamosa. Sin embargo, “siempre hay algún cirujano que acaba complaciendo al paciente”, por extraños que sean sus deseos, lamenta la doctora Pérez Sevilla, quien señala a “Camilo Sesto” como un ejemplo “de lo que no se debe hacer”.
El cantante Michael Jackson constituye para Miguel Chamosa el caso que evidencia “una falta total de profesionalidad”.
Los cambios de raza mediante la cirugía son “extremadamente complicados”, porque, según el doctor, no se puede modificar la configuración del cráneo, que posee diferente morfología según los grupos humanos, así que “los resultados son extraños” y generan más sensación de rechazo que de acierto.
El problema de fondo de muchas personas que abusan de la cirugía es de tipo “psicológico”, coinciden los dos expertos, que sí defienden esta medicina en casos en los que un rasgo o un defecto concretos puedan suponer un trauma para el paciente.
“Corregir las orejas de soplillo en un menor de edad”, ejemplifica Chamosa, conlleva pocos riesgos, ya que requiere de una anestesia local. “El resultado es positivo, porque el niño consigue vencer esa inseguridad que le puede acarrear rechazo o insultos en el colegio mediante una intervención insignificante”.
Minimizar el impacto estético que suponen “las bolsas que se originan alrededor de los ojos”, piensa por su parte la doctora Pérez Sevilla, también entra dentro de lo razonable.
Las revistas de moda, “donde se difunde una imagen ideal de las personas”, relacionan belleza y éxito, y forman parte, en opinión de Gema Pérez Sevilla, de un problema mayor que ensalza el envoltorio por encima del contenido. EFE.