- junio 9, 2014
Se considera un peso normal el que se sitúa entre el 18,5 y 24,9 del Índice de Masa Corporal (IMC), la fórmula tradicional que relaciona el peso y la talla. Pero para muchas personas no llegar al sobrepeso no es suficiente y recurren a dietas para perder unos pocos kilos que, consideran, tienen de más. Los especialistas opinan sobre adelgazar con “normopeso”
Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, menciona algunas encuestas que reflejan que alrededor del 40% de las personas con “normopeso” han hecho dieta para adelgazar, aunque apunta que no es lo mismo una persona que quiere bajar de peso con un IMC de 18, que otra con 24.
“Yo veo en mi consulta a jóvenes con IMC de 18 o 20 que se ven gordísimas y quieren adelgazar. Y no son personas que sufran anorexia. Yo les digo que no, que tienen que hacer ejercicio para verse más fibrosas y pesando lo mismo, consumen la poca grasa y mantienen la masa muscular. Deben llevar una dieta equilibrada y ordenada, no comer porquerías y mantener el ejercicio”.
Al endocrinólogo Juan Carlos Percovich, del idcsalud Hospital Sur de Alcorcón (Madrid), también le llegan a la consulta pacientes con normopeso. “A este tipo de pacientes se les puede ayudar reordenando sus hábitos cotidianos: dieta, ejercicio, hacerles ver las malas costumbres…”
Para el endocrinólogo Albert Lecube, del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, normopeso se asocia a un mejor pronóstico vital con menor incidencia de enfermedad cardiovascular o cáncer. “Si viene una persona con un 22 de IMC le diré que no se preocupe por su salud, pero otra cosa es que haya tenido menos peso anteriormente y se encuentre incómodo. El endocrino puede ayudarle a perder esos pocos kilos repasando su conducta alimentaria y corrigiendo lo que le ha hecho ganar peso”.
¿Dónde está el límite?
La endocrinóloga Susana Monereo apunta que si el peso baja de 18 de IMC puede tener consecuencias sobre el equilibrio nervioso y nutricional. “Es un camino de no retorno”, advierte.
En general, explica, el peso va unido a un tipo de vida concreto. Para que una persona pierda uno o dos kilos tendría que comer menos y hacer más ejercicio. “Esos pocos kilos son muy difíciles de quitar porque metabólicamente le supone al cuerpo mucho esfuerzo y tiene que cambiar mucho su estilo de vida”.
“Una pérdida de peso estética es muy sacrificada”, insiste la doctora. “Cuando quieres modificar la normalidad, el esfuerzo es enorme. Y ese esfuerzo lo tienen que mantener siempre para no volver a recuperar esos dos kilos”, señala.
Y por eso incide en lo perjudicial de las dietas rápidas, las que prometen perder peso en un tiempo récord y a las que se suele recurrir con la llegada del verano, la famosa “operación bikini” o para ir a una boda y que nos quepa el traje. “Dejamos de comer durante 15 días y luego se produce el famoso fenómeno de recuperación de peso al que añadimos dos kilos más de los que teníamos”.
La misma opinión tiene el doctor Lecube quien subraya que, para tratar el exceso de peso, no hay fármacos, sino insistir en el cambio de los hábitos alimentarios. “Una dieta estricta durante unas semanas no sirve de nada, luego llega el efecto rebote”, recalca.
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo?
Perder peso cuando nuestros kilos se ajustan a la normalidad es una decisión personal. Si se lleva al extremo, las consecuencias pueden suponer una malnutrición. “Tienes que provocar un estrés metabólico para que gastes la grasa que tienes almacenada. El peso no se pierde del aire. Una persona delgada que no tenga grasa, tiene que perder de músculo y de masa ósea y puede llegar a perder los dientes y el pelo”.
“Me ha cambiado el metabolismo, antes era delgada y ahora no consigo perder los kilos de más”. Esta es una frase que todos hemos oído en bastantes ocasiones sobre el metabolismo, un conjunto de reacciones bioquímicas que transforman los alimentos consumidos en nutrientes.
Pero la endocrinóloga Susana Monereo responde: “El metabolismo no cambia. Naces y mueres con el mismo”. Sin embargo, puede cambiar de forma circunstancial por hipotiroidismo (baja el metabolismo) o hipertiroidismo (sube), por tratamientos de hormonas, reposo extremo o con la menopausia, cuando se produce un descenso del gasto basal.
“La dieta baja el metabolismo. Las personas que hacen dieta continuamente al final provocan una adaptación del metabolismo, el cuerpo piensa que le vas a poner siempre a dieta. Y cuando comen más de lo habitual les sube”, señala la especialista del Hospital Gregorio Marañón.
También se da la circunstancia de pacientes que pueden estar dentro de los parámetros de normalidad en cuanto al peso pero que sufren una irregular distribución de la grasa corporal que se acumula en el abdomen, lo que denomina obesidad periférica o central. Son casos a controlar por el especialista ya que tienen riesgo de sufrir hipertensión, diabetes…, apunta el doctor Albert Lecube.
Una alimentación equilibrada y sin excesos, ejercicio regular y hábitos de vida sanos (como evitar el estrés y la ansiedad) es la mejor dieta para mantener en forma el “normopeso”, aquel que contribuye a que nuestra vida se desarrolle de forma más saludable. EFE/ Ana Soteras