La Asamblea Mundial de la Salud aprobó un Plan de Acción para reducir la mortalidad entre los recién nacidos de ahora hasta 2025.
En los últimos años, se han logrado grandes progresos en la reducción de la mortalidad materno-infantil, pero no ha ocurrido lo mismo con los recién nacidos.
Casi 3 millones de recién nacidos mueren antes de cumplir un mes de vida, y otros 2,6 millones fallecen durante las primeras 24 horas de vida (de los que 1,2 millones durante el parto).
Estos bebés fallecidos durante el primer mes -sin contar los que mueren el primer día- representan el 44 por ciento de la mortalidad infantil de niños menores de cinco años, lo que supone una proporción de muertes mayor que la que existía en 1990.
Según un estudio realizado conjuntamente por Unicef y por la revista británica The Lancet, si las personas más pobres de los 51 países con mayor mortalidad de recién nacidos recibieran los mismos cuidados que las personas más ricas se podrían llegar a salvar 600.000 vidas, lo que supondría una reducción de la mortalidad del 20 por ciento a nivel mundial.
Ante esta realidad, los miembros de la OMS han decidido actuar y aprobar el Plan de Acción, que tiene como objetivo lograr que por cada 1.000 nacimientos, sólo se produzcan 10 decesos, según explicó en rueda de prensa Kim Eva Dickson, especialista de recién nacidos de Unicef.
Actualmente, en países como Pakistán se dan estadísticas de 50 muertes por cada millar de nacidos, mientras que en lugares como Suecia la ratio es de 5 decesos por cada mil nacidos.
«Si se aplicaran en todos los lugares medidas simples pero efectivas se podrían reducir dos terceras partes de las muertes actuales», aseveró Dickson.
Precisamente, el Plan establece la necesidad de implementar medidas simples y prácticas pero muy efectivas para la reducción de las muertes de los recién nacidos.
Algunas de estas prácticas son resucitar a los bebés que nacen con problemas respiratorios; secar bien al recién nacido para evitar hipotermia; poner clorhexidina en el cordón umbilical para evitar una infección; amamantar inmediatamente; y colocar al recién nacido sobre el pecho de su madre para recuperar el calor, acompasar el ritmo cardíaco y estimular la subida de la leche.
«Estas intervenciones sólo costarían un dólar adicional por niño», agregó Dickson.
De hecho, según Unicef, en los países con mayores tasas de mortalidad infantil cada dólar invertido en la salud del bebé o en la madre supone un beneficio social y económico nueve veces mayor que la inversión inicial.
Según la experta, estas intervenciones podrían reducir en un 40 por ciento las muertes de recién nacidos. Si a ello se uniera un cuidado más intenso a niños prematuros y con transtornos graves, se podrían salvar el 70 por ciento de los bebés.
Las zonas que cuentan con un mayor índice de recién nacidos se encuentran en la región de Asia meridional y África subsahariana, y los países más castigados son la India, con 779.000 muertes, Nigeria (267.000) y Pakistán (202.400). EFE