Unos 120 atuendos de alta costura, deslumbrantes joyas y sofisticados accesorios, a cada cual más espectacular, repasan la evolución e influencia de la moda italiana en el mundo en una muestra en el museo Victoria & Albert de Londres.
«El Glamour de la Moda Italiana (1945-2014)», que abre sus puertas del 5 de abril al 27 de julio, analiza, sin perder de vista el contexto histórico tras la II Guerra Mundial, los cambios experimentados por esta caprichosa industria en una Italia que luchó con éxito por plantar cara a la dominante moda francesa.
El exhaustivo recorrido incluye vestidos firmados por modistos consagrados como Gucci, Valentino, Dolce & Gabbana, Prada, Giorgio Armani, Fendi, Gianfranco Ferré o Versace, sin olvidar a otros quizá menos populares, pero definitorios para exportar el diseño italiano.
Es el caso de Sorelle Fontana o Walter Albini, considerado el «padrino» y fundador del estilo italiano «listo para vestir».
También se rinde tributo a Giovanni Battista Giorgini, «responsable de transformar la industria de la moda italiana y sin el cual hoy no estaríamos hablando demoda italiana», dijo hoy en la presentación la comisaria de la muestra, Sonnet Stanfill.
A comienzos de los cincuenta, Giorgini se convirtió en figura pionera para explicar cómo cambia la percepción internacional del estilo italiano «al convencer a la prensa de todo el mundo para que fueran a Florencia a ver moda italiana por primera vez en su casa».
Más tarde, Giorgini organizaría desfiles icónicos, entre ellos de Emilio Pucci, en la emblemática pasarela «Sala Bianca» de Florencia, representada en la muestra y escenario crucial para catapultar a los modistos italianos a primera línea, logrando que se percibieran como alternativa viable a París.
«Esos primeros espectáculos en Florencia marcaron el nacimiento de la moda italiana», subrayó Stanfill.
Al tiempo que «Sala Bianca» fue clave para poner de relieve a ese país como centro neurálgico del «glamour», la tradicional «sartoria» italiana (sastrería) continuó siendo esencial, según se refleja en la exposición.
Los exquisitos materiales de lujo, el proceso de producción y confección de los atuendos se muestran en vídeos y hay un lugar para la emblemática «Vespa 125», paradigma del estilo «Made in Italy», y con frecuencia una constante en campañas publicitarias en los cincuenta y sesenta.
Tras la II Guerra Mundial (1939-45), el Gobierno de Italia empleó la moda para construir un sentido de «nación», regulando la producción de ropa y promoviendo textiles alejados de la hegemonía de París, hasta el punto de llegar a «italianizar» los nombres franceses.
En esas décadas la moda italiana fue paulatinamente ganando adeptos entre la clientela extranjera y el público de Estados Unidos, cada vez más cautivado por los sastres italianos, que además ofrecían precios más competitivos que Francia.
El museo «V&A» subraya además la influencia a la hora de exportar estos diseños que tuvieron en estrellas de Hollywood como Ava Gardner o Audrey Hepburn, dos de sus grandes embajadoras.
La actriz Elizabeth Taylor fue otra de las que fomentó el apetito internacional por el lujo procedente de Italia.
Un impresionante collar firmado por Bulgari de esmeraldas verde a juego con un anillo, que su entonces marido Richard Burton le regaló en los años sesenta, se exponen en el «V&A», al igual que un broche que la actriz británica empleaba en ocasiones como horquilla, obsequio de su cuarto esposo, Eddie Fisher.
Un tercio de la exposición se dedica a la moda masculina, con trajes propiedad de Giorgini como una delicada chaqueta de seda del modisto Ermenegildo Zegna, quien comenzó como productor de tejidos de lana en 1970.
El museo londinense exhibe tradicionales trajes de tarde para varón, combinados con camisas y corbatas, como un Brioni de 1947, también propiedad de Giorgini así como otros diseños del tradicional sastre italiano Mariano Rubinacci. EFE