- marzo 2, 2014
“El gran Gatsby”, “La gran estafa americana”, “12 años de esclavitud”, “The Grandmaster” y “The Invisible Woman” luchan por hacerse con el galardón.
Está a punto de conocerse el nombre del ganador al Óscar al mejor diseño de vestuario, y la diversidad de temas de las cinco películas seleccionadas en este apartado permite realizar un recorrido por el diseño de distintos siglos y épocas.
Catherine Martin por “El gran Gatsby”; Michael Wilkinson, por “La gran estafa americana”; Patricia Norris, por “12 años de esclavitud”; William Chang Suk Ping, por “The Grandmaster”, y Michael O’Connor por “The Invisible Woman” lucharán por hacerse con el preciado galardón.
El cine nos deleita con un paseo por el vestuario del s. XIX en “The Invisible Woman”, en la época en la que Dickens y la joven Nelly se enamoran. La misma en la que, al otro lado del Atlántico, en las plantaciones de esclavos de Luisiana (EE.UU.), se lucha por lograr la libertad, como refleja “12 años de esclavitud”.
La sofisticación y la delicadeza de los magníficos años 20 nos devuelve a unos años llenos de esplendor en “El gran Gatsby”.
En los 70 predominan los brillos y las camisas de generosos cuellos, como en “La gran estafa americana”, mientras que “The Grandmaster” descubre la delicadeza de los estampados florales japoneses.
La más veterana
Patricia Norris es toda una veterana. Continúa trabajando a sus 80 años. Ha estado nominada en los Óscar, en la categoría a mejor vestuario, en seis ocasiones.
En su último trabajo, “12 años de esclavitud”, debía hacer convivir dos mundos muy distintos: el de las lujosas mansiones y quienes en ellas habitaban, y el de las chozas de madera. “Tuve que pasar de los harapos a la riqueza”, ha dicho.
“Tuve que pasar de los harapos a la riqueza”, Norris
La meticulosidad con la que encara su trabajo es notable, como recuerda la productora de la cinta, Dede Gardner, cuando relata cómo pidió que se recogiera tierra de cada una de las plantaciones para manchar el bajo de los vestidos.
Norris ha contado que uno de sus retos fue crear los vestidos de los esclavos, ya que existe poca información. En la creación de los mismos, intentó mantener una sutil influencia africana, especialmente en los colores.
Con el protagonista, el actor Chiwetel Ejiofor, trabajó para que su personaje tuviera al principio la refinada imagen de un neoyorquino del sigo XIX, con prendas modestas hechas a mano, pero urbanas. Su ropa cambia cuando lo capturan, lo envían a Luisiana y se ensucia de “sangre, sudor y lágrimas”.
Con Michel Fassbender y Sarah Paulson optó por una imagen más refinada. “En ellos, hay un punto más romántico”. Un vestuario transformador mediante lana, miriñaques, enaguas y bombachos.
Michael O’Oconnor ya había trabajado con Ralph Fiennes en “La Duquesa”, filme por el que ganó un Óscar y un Bafta al mejor diseño de vestuario, y lo vuelve a hacer ahora en “The Invisible Woman”.
Reproducir las telas de los vestidos de la Inglaterra del XIX en la que vivió Dickens, le llevó a utilizar una paleta de colores pálidos en las escenas en las que el paso del tiempo es evidente.
Los cuadros de William P. Frith ayudaron a recrear los trajes de “The invisible woman”
Sin embargo, al comienzo de la historia, donde el amor y la pasión se convierten en protagonistas, los colores se vuelven intensos, y la atmósfera más amable.
Los cuadros del pintor del siglo XIX William P. Frith le ayudaron a rememorar una época en la que “la gente no se cambiaba tanto de ropa”, comenta la actriz Perdita Weeks.
Delicadeza oriental
En China, en los albores del siglo pasado se sitúa “The Grandmaster”, una película que su director, Wong Kar Wai, preparó durante seis años y estuvo tres rodando. La historia está inspirada en la vida y la época de Ip Man, el legendario maestro de kung-fu del mítico Bruce Lee, la edad de oro de las artes marciales.
El director artístico William Chang Suk Ping tardó dos años en encontrar las perlas, lazos y encajes necesarios para el vestuario, basado en un sinfín de documentos de la época. Delicados vestidos florales para ellas y pieles para prensas de exterior.
Catherine Martin reproduce en “El gran Gatsby”, en la época previa la Gran Depresión americana, los vestidos cortos, las perlas, el pelo a lo “garçon”, las borlas y las boquillas. Diseños de Miuccia Prada, Tiffany’s y Brooks Brothers, junto al estilo creativo de Catherine Martin, crean una atmósfera de la que es difícil desviar la mirada.
Felices años 20
Brooks Brothers se encargó del vestuario masculino, en tonos pastel.
La diseñadora de cabecera de los personajes femeninos fue Miuccia Prada. De ella son 40 de los trajes de las dos grandes fiestas que se celebran en la película.
Los modelos fueron exhibidos en la tienda de la diseñadora, y su estrella fue el vestido de cristal de araña que luce Carey Mulligan en una de las secuencias más importantes de la película. Solo su estructura valía más de 20.000 dólares.
Una tiara Savoy de brillantes de Tiffany’s es el culmen de este atuendo, otra de las marcas que frecuentaba el autor del libro en el que se basa el film, Scott Fitzgerald. El valor de las joyas en la película hizo que un equipo de seguridad rodease a Mulligan mientras las llevaba.
“La gran estafa americana” recrea los brillos de los 70 gracias a Michael Wilkinson. Christian Bale y Amy Adams lucen entre los dos más de 80 cambios de vestuario.
Entre los vestidos de ella se encuentran diseños de Diane von Furstenberg o Halston, que le permiten dar rienda suelta a su imagen más sofisticada, lo cual además le ofrece confianza y seguridad, ha contado el diseñador.
Christian Bale debía transmitir confianza, “un estafador al que tienes que creer”, y para ello se jugó con muchos textiles de expresivos colores y combinaciones de chalecos y camisas, rayas y cuadros.
El diseñador ha logrado rescatar una década en la que los colores intensos y los brillos eran parte esencial en los diseños.
Quedan horas para que el misterio se desvele. ¿Cuál de ellos subirá a recoger el Óscar?. EFE