Wendy Lower destaca el papel activo de las mujeres en el régimen nazi

  • La historiadora estadounidense Wendy Lower rescata del olvido el «papel activo» de las mujeres en el régimen nazi, que recoge en el ensayo «Las arpías de Hitler», y según dice a Efe, en los campos de concentración las mayores asesinas no eran las vigilantes sino las enfermeras.

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    Más de medio millón de jóvenes mujeres siguieron a los ejércitos alemanes en su avance hacia el Este, entre ellas maestras de escuela, enfermeras o secretarias que iban a desempeñar las más diversas funciones, desde organizar en los despachos la represión hasta colaborar directamente con las SS.

    Lower asegura en una entrevista a Efe desde Nueva York que las profesionales nazis que tuvieron una participación más activa en los asesinatos en masa fueron las enfermeras.

    «De todas las profesionales, la más letales eran ellas. Las operaciones de exterminio planificado empezaron en los hospitales del Reich, los primeros métodos fueron el barbitúrico, la aguja hipodérmica y la inanición y las primeras víctimas fueron los niños y todo ello se hacía en nombre del progreso y por la salud de la nación», señala Lower en su ensayo editado por la editorial Crítica.

    «Enfermeras, secretarias estaban allí porque formaban parte de la elite examinadora, que era la responsable primera del Holocausto, y estaban a las órdenes de Himmler», comenta la autora.

    Estas mujeres estaban «directamente involucradas en la organización y las ejecuciones masivas» organizadas por el Estado contra la población judía en Bielorrusia, Polonia, Ucrania y el Báltico.

    La mayor parte de las mujeres en el Este eran «enfermeras que daban su apoyo al frente militar, eran testigos de las masacres y a veces participaban, hacían viajes a los guetos, y tomaban parte en el robo de las propiedades judías».

    Unas 7.000 profesoras fueron enviadas a Polonia a las colonias experimentales en las que los alemanes intentaban germanizar y crear, según la autora, «un nuevo sistema elitista en el que los arios gobernaran por encima de los subhumanos».

    Lower plantea una explicación a este papel femenino: «Estas mujeres forman parte de una ‘generación perdida’, nacidas después de la Primera Guerra Mundial y que, por tanto, fueron socializadas y educadas en los años 30 en el programa de juventud de Hitler para las chicas alemanas, que inculcaba un extremo nacionalismo y antisemitismo».

    Sin embargo, agrega la historiadora, «algunas eran también mujeres ambiciosas, aventureras, que querían abandonar sus pueblos y experimentar el poder imperial en los territorios del Este como elite colonial».

    Sorprendentemente, la mayoría de ellas escapó a los juicios y al castigo después de la derrota de Alemania, de modo que la autora ha tenido que trabajar a partir de una documentación hasta ahora inédita en archivos de Viena, Azerbaiyán, Washington, Maryland (College Park) y otros de Norteamérica, así como en diferentes archivos regionales y locales de Alemania, el Museo de la Memoria del Holocausto de EE.UU., además de trabajo de campo en Ucrania y Polonia.

    También utilizó memorias de mujeres que han escrito y hablado ante la justicia sobre esos años y, de las 30 que investigó, consiguió contactar directa o indirectamente con siete.

    «Mientras 20.000 alemanes fueron juzgados tras la guerra, solo 5.000 alemanas fueron juzgadas, sobre todo enfermeras o guardianas de los campos y en su mayoría fueron exculpadas como autoras de los crímenes, que se atribuyeron a los hombres de las SS y de la policía nazi; y además en los territorios del Este solo se persiguió a los jefes nazis», comenta.

    Muchas de aquellas mujeres fueron determinantes para juzgar a sus jefes, como Sabine Dick, «una secretaria de Minsk que proporcionó un testimonio fundamental después de la guerra sobre el jefe de la Gestapo en Minsk, Georg Heuser, acusado de matar a 11.000 judíos, aunque ella misma era un claro caso de ‘asesina de despacho'».

    Lower piensa que muchas de estas mujeres no fueron perseguidas por la justicia porque «los crímenes perpetrados por algunas de ellas fueron cometidos fuera de los comandos o de los campos, y después de la guerra cambiaron de nombre, se casaron o se fueron al extranjero». EFE

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