- febrero 18, 2014
¿Cuándo aparecen las mujeres campesinas en la televisión? Cuando hay una disputa entre vecinos; cuando las riñas de barrio suben de tono en guaraní; cuando hay ocupaciones de tierra y hay enfrentamientos con la policía. «Tembi´u Rape» rompe ese paradigma y muestra en la tevé a las mujeres campesinas en sus trabajos diarios, en su mundo de chacra y cocina. ¡Trabajo y más trabajo!
Por Fátima Rodríguez
farodriguez@sd.com.py
Perla Álvarez Britez es oriunda de Pastoreo, departamento de Caaguazú. Tiene la piel oscura, la mirada profunda y la voz tranquila, como la de quien está completamente segura y consciente de cada palabra que emite. Perla es la conductora de Tembi´u Rape, el programa paraguayo de televisión hecho en guaraní finalista en los premios de Televisión América Latina (TAL) y que fue emitido, en parte, en la Televisión Pública de Argentina. Actualmente, el programa sigue emitiéndose en la TV Paraguay, ex Televisión Pública.
A sus 42 años, con dos hijos adolescentes, Perla está orgullosa de haberse encontrado con el guaraní. “Por sobre todo, mi identidad es campesina. Estudié también arquitectura, pero no terminé la carrera, empecé a estudiar guaraní y me quedé en el mundo del guaraní, a trabajar en la lengua y en la cultura. Esto me ayudó a encontrar mis raíces culturales, que son de base campesina. Vengo de una familia absolutamente campesina: mi mamá y mi papá, son hijos de campesinos, de herencias tras herencias, de generación tras generación. De ahí vengo”, se presenta.
Álvarez también es una de las referentes de la Coordinadora Nacional de Mujeres y trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri), una organización de mujeres que buscan la transformación social con la participación activa de mujeres. Este grupo llevó adelante el programa de televisión que colocó a la mujer campesina en la televisión de manera diferente: mostrando su cocina, su manera de preparar los alimentos y su lucha diaria para tener listo un plato de comida.
-¿Cómo trabaja Conamuri?
– Conamuri tiene dos grandes ámbitos de trabajo desde lo organizativo y desde lo comunicacional: Por un lado, la lucha por la soberanía alimentaria y por otro, la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, principalmente desde la no-violencia hacia las mujeres. Fundamentalmente, trabajando por un mundo libre de violencia las mujeres y que esa libertad sin violencia permita la mayor participación de mujeres campesinas e indígenas en todas las instancias y todas las dimensiones de la vida social.
-¿Fue en ese contexto de la lucha por la “soberanía alimentaria” que llegaste a la televisión con Tembi´u Rape?
-Realmente fue toda una sorpresa. Cuando surge la TV Pública y estaba en etapa de preparación de la grilla de programas, se había llamado a un concurso de programas de televisión. Tomas Palau , de Base IS, nos había llamado a Conamuri para plantear juntos un programa sobre soberanía alimentaria bajo el lema “Alimento sano, pueblo soberano”. Entonces, conversamos y dijimos que haríamos el programa. Era un concurso, entonces convocamos a la Cooperativa de Comunicadores Aty.Com para que nos ayuden con la propuesta técnica en base a las ideas. Hubo un congenio en las ideas entre Base Is, Conamuri y Aty.com, así que fue fácil enlazar el trabajo. Ahí, surgió el tema de ¿quién conduce el programa? Yo estaba participando por Conamuri en la etapa de discusión del programa sin que todavía hayamos hablado de quién sería la persona que llevaría adelante. Inicialmente, se había pensado en un bloque de cocina en estudio y otro bloque con un especialista en derecho a la alimentación y otro bloque que hablara de semillas con algún productor o productora campesina. Cuando van mis compañeras a participar de la última reunión de preparación, dijeron, pero ¿por qué hacer en un estudio? ¿Por qué no ir a la casa de las compañeras y los compañeros y ahí ver cómo se cocina una comida paraguaya? Porque la idea era aprovechar nuestra cultura alimentaria para hablar de soberanía alimentaria y derecho a la alimentación.
-¿Así te convertiste en conductora de televisión?
-La palabra no es tanto “conducir” sino más bien “moderar” la conversación. Como el planteamiento implicaba hacerlo con mujeres campesinas e indígenas, la conductora debía ser alguien que hablara en guaraní. ¡Todos el mundo se dio vuelta a mirarme! Y yo dije: ¡nunca hice cocina, nunca cocino, lo último que hago es entrar en la cocina! ¡nunca hice televisión! Pero no se trata de saber cocinar ni de saber de televisión.
-¿Cómo fue esa experiencia?
-La experiencia de hacer este programa fue maravillosa. Aprendí un montón, de mis compañeros y compañeras del equipo técnico, de cada familia con quienes fuimos a cocinar; de las relaciones entre la gente con la que cocinamos y las comunidades en donde estaban insertas y de mis compañeras que hacían la crítica a cada programa en la post producción.
El programa se dio de una manera muy natural. La cuestión era dejar correr y fluir la conversación. Era muy poco editado. Prácticamente sólo se editaba los finales y los inicios de cada bloque. Algunas personas me dicen que le falta más trabajo de edición. Recibimos muchas críticas -no sé si constructiva o destructiva- pero por ejemplo, me criticaban mis repeticiones, que muchas veces es lógico en la expresión oral.
-Muchas personas recuerdan haber visto un programa en dónde corrés detrás de una gallina para luego mostrar cómo se prepara un caldo de gallina. ¿Hay escenas que tuvieron que cortar?
-La única escena que habíamos cortado fue la escena de degollar la gallina. Porque sabíamos también que el programa era visto por gente vegetariana que tiene una crítica al tema de cómo se trata a los animales. Sin embargo, en la cultura campesina e indígena, la forma en que se trata a los animales en el momento de matarlo para poder consumirlo, no tiene la carga negativa de lo que se hace a nivel empresarial, de tenerlos con tensiones que luego también repercuten en nuestra alimentación.
Si analizamos, no tiene esta fuerza negativa que tiene la producción industrial de matar diez mil gallinas en media hora, con máquinas. No tiene esa dimensión. Al final de cuentas, la producción animal es para el consumo de las familias y para la venta del mercado local en todo caso. Entonces, en ese sentido, ese capítulo cortamos, pero como se mostraba una partecita en que corríamos detrás de la gallina y cuando desarmábamos la gallina, también recibimos muchas críticas. Y asumimos las críticas. Hay gente que nos decía que el programa necesita ser más político porque hablábamos de soberanía alimentaria y otra gente que decía que era demasiado político.
-¿La intención del programa era política?
-Sí, el programa tenía una intención política: debatir en la televisión pública la soberanía alimentaria y valorar el trabajo de las familias campesinas e indígenas. Todo ese trabajo que significa la producción en el campo para llegar a la mesa. Entonces, era ver qué dificultades había en todo ese proceso de producción hasta que llega en la mesa, en cualquiera de las familias, sea urbana o campesina. Visualizar esa problemática implicaba tratar necesariamente temas que tenían que ver con el entorno, con la comunidad. Tratamos el tema de soja, cómo es que la producción sojera ha estado quitando territorio de producción de alimentos o por ejemplo, el contrabando de hortalizas que ha estado afectando la producción de las familias campesinas. Es decir, más allá de hablar de las recetas tradicionales o que tienen un toque familiar.
-¿Cómo es una receta con toque familiar?
-En uno de los programas hablamos de la gallina con ropa, una receta que forma parte de una tradición familiar. Es la gallina forrada con chipa. Es una extraordinaria historia de una familia que hace esta comida cada año para regalar en semana santa y año nuevo al padrino o la madrina. Entonces, también el programa mostraba cómo se recrea la cultura culinaria campesina en nuestro país, buscándole también el componente artístico y componente cultural, más allá de la mera receta.
-¿Estar en televisión te abrió otras puertas?
-Sí, tanto para mí, como para Conamuri. Se dio a conocer una problemática y una vivencia nunca antes vista en televisión de una manera tan natural, esto me dio un reconocimiento personal a mí y mucha gente empezó a tomarme como referencia en temas de soberanía alimentaria o en temas de cultura campesina o indígena. Mucha gente se confundía sobre si yo era indígena o era campesina. Acá en nuestro país, hay que diferenciar: es diferente ser indígena y ser campesino. Se me abrió esta cuestión de reconocimiento personal y también de reconocimiento de la lucha de las mujeres, porque en todos los programas tratamos de instalar todo el trabajo no visto, no valorado detrás de cada plato de alimento y de la chacra. Puede que la mujer no vaya todos los días a carpir o a corpir como hacen los hombres, pero detrás de ese trabajo que hacen los hombres, hay alguien que está sosteniendo gratuitamente todos los días esa producción. Eso también tratamos de visibilizar.
-Generalmente, no existe una visibilidad del aporte de la mujer campesina en la economía familiar
-Es un tema que trabajamos en el programa. Por ejemplo, el tema de la comercialización que las mujeres realizan diariamente en su casa generando un ingreso económico no es valorado en términos económicos: cambiar huevos por queso, el intercambio o la venta misma. En situaciones de problemas de salud -problemas cotidianos de las comunidades campesinas más alejadas- son las mujeres quienes cubren esta necesidad inmediata con la venta de sus gallinas, chancho u otro animal.
-¿Cómo tomaron la postulación a los Premios TAL?
-Fue una sorpresa, porque en un momento de golpe de estado que estábamos viviendo, sino la propuesta de presentar uno o dos programas por país a la Televisión de América Latina. Se presenta Tembi´u Rape como una propuesta en dos categorías: Programas Innovadores y Programas de contenido social. La categoría en la que fue seleccionada fue en “Programas innovadores”.
¿Cuál es la innovación si lo que mostramos es la tradición? La innovación consiste en mostrar lo tradicional al natural, más o menos esta fue la lógica por la que entró en esta categoría.
-¿Ganó o qué pasó?
-Había dos tipos de votos: uno del público y otro del jurado técnico. Hemos tenido la mayoría absoluta en el voto del público, no sólo a nivel nacional sino a nivel internacional. Para el voto técnico, no hemos logrado la puntuación, pero creemos que se debió a una cuestión política, porque no era el Tembi´u Rape el que iba a ser reconocido, sino la TV Pública.
Sin desmeritar el programa colombiano con el que competimos, el aporte que podría dar Tembi´u Rape no sólo a Paraguay sino también a la región era importante: porque es el único programa absolutamente en guaraní que refleja una lengua y una cultura autóctona no sólo de Paraguay sino de la región…y la cultura alimentaria de nuestro país también tiene una expansión regional, tanto en Brasil como en Argentina también van tomando estas prácticas culturales nuestras. Creemos que podría haber tenido mayor chance, no obstante, el reconocimiento a nivel de América Latina fue extraordinario y recibimos un pedido de la Tv Pública Argentina para su reproducción. Utilizaron 5 capítulos que son los que están subtitulados.
-¿Qué espacios tiene la mujer campesina en la televisión?
– En los momentos de conflicto, en las secciones policiales o en los momentos sensacionalistas es cuando aparecen campesinos o campesinas en la televisión. Con este programa, lo que hicimos fue dar un espacio de importancia a las mujeres campesinas en el sentido de que aparecemos de manera propositiva e inteligente; aparecemos las campesinas debatiendo política, porque la alimentación es un tema político, la producción es un tema político y las mujeres tenemos mucho que aportar en ese sentido.
Esta imagen de mujer trabajadora, productora, mujer gerente de su comunidad y de su familia. Esa imagen de una mujer protagonista desde la lucha cotidiana por dar de comer a sus hijos y a sus hijas, está haciendo política. Esa imagen de mujer protagonista es una cuestión política.
-¿Cómo transcurre la vida de una labriega en Paraguay?
-En nuestro país, el ser campesino o campesina no necesariamente tiene que ver con ser agricultor o agricultora. Porque el ser campesino o ser campesina es una cultura, es una forma de ver la vida.
-¿Son machistas los campesinos?
-¡Demasiado machistas! Hay excepciones, pero muy pocas y a nivel dirigencial, ni qué decir. Esto es un tema de la sociedad, y de todo el campo, pero a nivel de la dirigencia se eleva a potencia máxima. Parece ser que culturalmente se asientan sobre este pseudo poder de ejercer la fuerza sobre todas las mujeres.
-¿Qué pasa con Conamuri y sus afiliados? ¿Cómo afronta este tema del machismo?
-Lo sentimos en carne propia. Es una lucha cotidiana a nivel de las dirigencias y a nivel de las bases. Cuando hay una movilización, están toditos los hombres a la hora de la conferencia de prensa y después, de pronto dicen: ¡ah, tiene que estar una mujer!, para decorar el ambiente. No porque es importante lo que pueda decir o aportar, sino porque ahora es políticamente correcto tener a una mujer en la mesa. Si Conamuri convoca a una reunión, los dirigentes no vienen muchas veces, porque dicen: “Qué vamos a ir a dónde convocan mujeres”.
-¿Hay casos en dónde ustedes tienen que ir con los maridos para explicar que alguien tiene que participar de una reunión?
-En las comunidades hacemos bastante esto. Lo que hacemos es reuniones e invitamos a los compañeros de las compañeras, trabajamos con los jóvenes y en estas reuniones explicamos el trabajo de organización no es contra los hombres, sino contra una cultura machista, que para eso necesitamos también el aporte de los compañeros. Hablamos de esto. No es fácil, las mujeres para poder activar en organizaciones necesitan duplicar sus trabajos: para venir dos días de reuniones necesitan preparar todo dos días antes, designar con quién dejar a los hijos, con quién va a quedar la gallina, quién va a cuidar del cerdo. Eso generalmente no lo hacen los compañeros, sino una vecina, la hermana, la mamá, otra mujer. Cuando vuelven, deben dar toda una justificación en caso de que se pasó una hora o porqué el colectivo no vino, no pudo salir de noche o porque se alargó la reunión. Sin embargo, los hombres no tienen que hacer lo mismo.