- enero 22, 2014
Normalmente pensamos en la soltería como el tiempo intermedio entre una pareja y la próxima, disfrutando de los placeres de estar solo y sacando provecho de la libertad antes de volver a estar en pareja.
El prototipo de soltera ha sido explotado un sinfín de veces en el cine y la televisión, pero casi siempre gira en torno a la culminación de esa soltería gracias al éxito amoroso, o un fracaso para levantarse e intentarlo de nuevo. Tenemos desde Carrie Bradshaw hasta Bridget Jones.
Sin embargo, desde hace más de una década el modelo de vida de los solteros está adquiriendo rasgos cada vez más concretos, llegando a una nueva definición: los neosolteros, personas que viven solas por convicción y no porque “se les fue el último tren”, como se juzgaba antes.
Ver la soltería como un estigma ya es cosa del pasado. De hecho, para esta facción de solteros buscar su otra mitad, casarse o compartir su vida en pareja ni siquiera es prioridad.
El término “neosoltero” realmente no es tan nuevo. La primera en usarlo fue la escritora Carmen Alborch, quien en su libro “Solas: gozos y sombras de una manera de vivir” (1999), lo utilizó para distinguirlos de los “no casados”. Alborch definió a los neosolteros así:
“Son profesionales muy calificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos, con un alto nivel cultural. No tienen por referente social la pareja, no están obsesionados por la estabilidad económica, que ya han alcanzado, no renuncian a las comodidades y más bien las buscan y saben disfrutarlas, no quieren sufrir experiencias dolorosas o defraudantes en el terreno del amor, no es para ellos una prioridad la vida en pareja ni casarse y no les supone trauma la cama vacía, que consideran suficientemente compensada con el éxito profesional”.
La tendencia de los neosolteros vino de la mano con las modificaciones en la forma de vivir relaciones y su evolución, como la de los dinky (parejas sin hijos) o los “living apart together” (las relaciones de parejas cuyos miebros viven separados).
Pero elegir vivir solo, más que un acto de egoísmo, es una oda al individualismo, a la independencia y la autonomía, anteponiendo metas personales y profesionales, preferir el poder de decisión absoluto y, claro, la libertad sexual también cabe, y así abandonar la visión del matrimonio como un objetivo en la vida. Sus prioridades son aquellas que les brindan satisfacción (viajar, tecnología, posgrados, relaciones sociales) casi siempre vinculada a su carrera profesional.
Para comprender esta tipología, el sitio Seis Grados les asigna atributos específicos como:
- Son hombres y mujeres de entre 28 y 60 años, que apuestan a un modelo de vida donde prevalecen los valores individualistas. Según los estudiosos de este fenómeno, se trata de profesionales exitosos, preocupados por el bienestar, la salud y la belleza.
- Son más preocupados por viajar, consumir tecnología y salir a cenar con los amigos, que por planificar una familia. Se mueven como peces en el agua en restaurantes de moda, tiendas de diseño y suelen estar al día con los gadgets tecnológicos y los estrenos de cine. Sus camas están vacías varias noches a la semana, aunque ellos deciden esporádicamente con quién compartirlas.
- Mientras más tiempo pasan solos, se vuelven más exigentes para incluir otra persona en su vida.
- Se inscriben a gimnasios, clases de cocina, yoga, baile, arte o música, cualquier lugar en donde puedan conocer personas con intereses afines a los suyos.
- Deciden ampliar sus conocimientos profesionales estudiando una maestría, especialización o diplomado.
- Deciden hacer un cambio drástico en sus vidas, ya sea estudiando o aceptando trabajo en otra ciudad o inclusive en otro país.
Una forma de vida que genera nuevos roles en la sociedad e influye en la manera en que se promociona todo aquello que consumimos y hasta en la forma en que se construyen las casas.
Y vos, ¿estás soltera por circunstancias de la vida o sos neosoltera por convicción?
Fuente: Huffington Post.