- enero 9, 2014
En una tarde en la que espontáneamente comencé a pensar en mi infancia – una de las muchas tardes – me pregunté si cuáles habían sido mis heroínas preferidas cuando era niña. Así fue como llegué a la fantástica dupla conformada por Josephine March del libro «Mujercitas» y Laura Ingalls del programa de TV “La Casita en la Pradera” o “La Familia Ingalls”, que también fue la adaptación del libro del mismo nombre. Rápidamente una sonrisa llegó a mi rostro recordando a semejantes personajes llenos de valentía y rebeldía.
Sin embargo, por un momento la sonrisa dio paso a una interrogante ¿Por qué aquellas dos niñas llenas de chispa eran mis favoritas? En mi infancia, me caractericé siempre por ser una niña a veces demasiado buena como las que llegaban a casa contando a la mamá que le habían arañado y no había hecho nada para defenderse. Puedo asegurar que viví una infancia maravillosa, pero en los hechos no era precisamente un espejo ni de Jo ni de Laura.
Con esto comprendí que el amor por el arte y la rebeldía de Josephine March así como la fuerza y la sinceridad brutal de Laura eran el reflejo de lo que se estaba construyendo en mi interior. Recuerdo que disfrutaba sus andanzas y la libertad que tenían para hacer y decir lo que pensaban. Hoy puedo decir que reconozco en mi carácter y en mi propia vida un poco de cada una, sin dejar de ser yo misma, y la verdad, me gusta mucho ese aporte.
A veces queremos ser lo que no somos. Nos lamentamos internamente y ocultamos nuestro verdadero rostro por las apariencias o por entrar en la competencia del ideal de mujer. Sin embargo el corazón no miente y está claro que tampoco la infancia. No importa si te identifcas con Mafalda o Susanita, la Mujer Maravilla, la Novicia Rebelde o inclusive Nellie Oleson, aunque en ese caso tendrás que enfrentarte a esta versión paraguaya de Laura Ingalls.
Lo que importa es que vos disfrutes de ser quien sos y aunque a veces te abrume esa realidad que no siempre es la más positiva, con el paso del tiempo te darás cuenta que un yo simulado no sólo es desgastante sino que no perdura. Así que si por una razón en este momento no estás contenta contigo misma y con tu vida, piensa en las heroínas de tu infancia y disfruta del viaje.