El tequila, ‘elixir de los dioses’

  • En 2012, México exportó al mundo 300 litros de la bebida por minuto; ahora estrenan una serie que se enfoca en él.

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    Un compañero, un regalo, una cura, un motivo de orgullo, un símbolo nacional de la «mexicanidad»: el tequila también es el protagonista de una nueva serie de televisión que quiere mostrar las entrañas de esta industria.

    «De Tequila hasta los Huesos» es una producción de 13 capítulos de 26 minutos estrenada en abril en Los Ángeles y en la cuna del tequila, Jalisco, y que se presentó esta semana en la capital de México.

    En formato documental, homenajea esta bebida al tiempo que explica cómo se produce y la importancia para los mexicanos y el mundo de la primera denominación de origen de las 14 que posee este país.

    Consumido en 120 naciones, el año pasado salieron de México hacia el mundo 300 litros por minuto de este «elixir de los dioses», lo que supuso unas exportaciones de 859 millones de dólares.

    De ellas, más del 70 % llegan al vecino del norte, señalando a Estados Unidos como el principal importador de tequila del mundo, tras el que se sitúa Alemania y al que siguen España, Francia y Brasil.

    La novedad, sin embargo, se encuentra en Asia: tras la visita a México del presidente chino, Xi Jinping, se eliminaron las barreras no arancelarias que impedían la exportación a China de la variedad de tequila 100 % agave, no enriquecida con azúcares al contrario que la variedad tequila.

    «La expectativa de la industria es que en los próximos cinco años China se pueda convertir en el segundo mercado más importante, con un número aproximado de 10 millones de litros por año», explicó el director general del Consejo Regulador del Tequila, Ramón González Figueroa, en una entrevista a Efe.

    Comparando el periodo de enero a junio de 2013 y 2012, se ha exportado un 2,5 % y 7 % más en la variedad tequila y 100 % agave, respectivamente; más de 70.000 familias dependen de esta cadena productiva y se consume al año cerca de un millón de toneladas de agave de 17.500 agricultores.

    Todas estas cifras que da González Figueroa muestran cuánto genera el tequila en México, pero su importancia parece ir más allá de los números.

    «Sin duda, el tequila es un icono en México, (…) la bebida nacional. No te imaginas a un charro (jinete de Jalisco y por extensión, de México) bebiendo otra cosa que no sea tequila», afirma.

    «El tequila es de todos y de cada uno de los mexicanos», comentó durante la presentación de la serie de televisión el Presidente de la Cámara Nacional de la Industria Tequilera, Eduardo Orendáin, quien apostó por «seguir haciendo del tequila un motivo de orgullo» para que los mexicanos continúen «dándole un regalo al mundo».

    «El tequila lleva implícito el nombre de México» y es también historia, cultura y tradición, añadió.

    «Es uno de los vínculos que nos da identidad ante el mundo», con «valor cultural y de negocio», abundó Francisco González Díaz, director general de ProMéxico.

    «No hay país donde no se sepa que el tequila quema, pero gusta», dijo José Alberto Castellanos, rector del CUCEA, de la Universidad de Guadalajara, productora junto al Canal 44 de la serie, que está en negociaciones para estrenarse en Colombia y en el Canal 22 mexicano.

    «Es una bebida que además se ha identificado con el pueblo», tanto para gente corriente como importante, aseguró a Efe Castellanos.

    La UNESCO declaró en 2006 Patrimonio Mundial al Paisaje Agavero y las Antiguas Instalaciones Industriales del Tequila.

    Este procede de la planta agave, de la especie weber variedad azul, que durante la «jima» y tras una maduración de seis a 10 años se extrae y se le cortan las hojas para obtener la «piña», centro o «casa de la luna».

    Esta se lleva a unos hornos de mampostería o bien a unos autoclaves para el proceso de cocimiento, durante un periodo variable de unas 36 a 48 horas para la transformación de los azúcares.

    Tras esto, tiene lugar la extracción de los jugos, ya sea mediante una «tahona» o piedra volcánica tirada por animales o máquinas, o con la forma más efectiva de los molinos.

    Con la fermentación, las levaduras se «comen» el dulce y lo convierten en alcohol, que tras una doble destilación («destrozamiento» y «rectificación») llegará al volumen final de entre 25 y 55 %, y tras la que surge el tequila blanco.

    Las otras clases son el joven (con caramelo o mezclado con otros tipos) y el reposado, añejo y extra añejo, con dos meses, un año o dos años de almacenamiento en barricas.

    Tras su envasado y comercio, llega el paso más conocido y apreciado: un buen trago de tequila es como «un buen orgasmo», dice riéndose Castellanos. González Figueroa lo compara con «un buen amigo: siempre deja un buen sabor de boca».

     

    Fuente: EFE

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